19/04/2024
 Actualizado a 19/04/2024
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Vaya por delante que, a mí, todo lo que sea prohibir me repatea, y con cada año que cumplo, más. Las prohibiciones son una herramienta que se utiliza para imponer un criterio, una forma de pensar, una norma… Son necesarias para poner límites a las cosas en una sociedad desarrollada, pero cuando se termina la imaginación, el diálogo, el razonamiento, en ocasiones se abusa de las prohibiciones, tal como cuando nuestros padres nos decían un «porque no y punto» cuando queríamos dar riendas sueltas a nuestros arrebatos adolescentes y ya no sabían cómo rebatir nuestros argumentos.

Esta semana en la ciudad de León ha salido a debate un tema interesante para sentarse tranquilamente a hablar sobre una serie de prohibiciones que ha anunciado el alcalde de León para poner algo de control a las despedidas de solteros y de solteras.

Según parece, se pretende prohibir el uso de disfraces fuera de las actividades lúdicas autorizadas, el uso de megáfonos, exhibición de objetos sexuales o desnudarse y algo sorprendente como «las concentraciones que impidan la normal convivencia con el resto de los residentes o visitantes».

Partiendo de la base de que a mí la mayoría de las despedidas de solteros y solteras me parecen de muy mal gusto y que habría que encarcelarles por horteras, muchas de las prohibiciones que se quieren establecer ya vienen recogidas en las ordenanzas municipales y resto de ordenamiento jurídico.

Sin ir más lejos, hablando de este mismo tema en una comida, una amiga me dijo que una moza vasca, que celebraba hace una despedida de soltera, le tocó el trasero a su marido porque era una prueba que tenía que superar en una yincana de chorradas y alcohol. Pues miren ustedes, eso no hace falta que lo regule ninguna ordenanza municipal, eso es acoso sexual de libro, por más que sea una chica la que toca el culo a un paisano.

Lo de prohibir el ruido y los disfraces daría mucho para hablar también y quizá, los odiadores de la Semana Santa (que los hay) o los odiadores del fútbol y sus celebraciones o los odiadores de las carreras urbanas (que hay que reconocer que alguno parece un mamarracho corriendo) podrían decir mucho al respecto.

Pero lo que ya es de nota es lo de prohibir las concentraciones. Me recuerda a aquella ley en Nueva York que impedía concentrarse a más de 3 personas en las calles de los barrios conflictivos como El Bronx.

Quizá lo que haya que hacer en lugar de prohibir más cosas, es aplicar la normativa vigente, que la policía local identifique a aquellos que la están armando, de manera que se corra la voz de que León no es un patio de juegos sin normas, que se haga un análisis más profundo de cuáles y por qué son los principales destinos de despedidas de soltero y turismo barato, qué papel desempeña la hostelería en todo esto con su reclamo de tapa gratis aunque se trate de una fritanga infame y qué se puede hacer desde las instituciones para que león esté en los rankings de turismo de calidad.

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