20/02/2024
 Actualizado a 20/02/2024
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Galicia está aquí, al lado de donde escribimos, desde el Bierzo, que en tiempos fue quinta provincia gallega y donde el acento y el idioma gallego y los gallegos están a la orden del día. Para quienes nos sentimos diocesanos de Astorga Galicia está mucho más cerca, pues una buena parte de la provincia de Orense pertenece a nuestra diócesis y por eso muchos pueblos y gentes nos resultan familiares. Más de un cura asturicense se ha estrenado o sigue ejerciendo en estas tierras. El río Sil se comporta como una arteria que nos une a leoneses, bercianos y gallegos. No es extraño que los domingos muchos bercianos suban el puerto de Pedrafita para comer el churrasco gallego y que en verano se acerquen a sus playas. Es práctica habitual que con frecuencia autobuses llenos de bercianos acudan a las ferias del marisco. Por eso hoy, domingo electoral, hemos sentido más cercana a esta comunidad autónoma que pudo haber dado un vuelco nada deseable. Por eso nos alegramos de que siga manteniéndose esta cercanía.

La noche electoral ha sido tranquila para unos y amarga para otros. No así la jornada, no exenta de nervios. Unos soñaban con el triunfo y los ganadores no las tenían todas consigo. Tal vez entre los perdedores se encuentren las playas gallegas por eso de que ahora desaparecerá el interés por limpiar los famosos pellets, si es que aun quedan, que con tanto ímpetu entraron en campaña.

Confiamos en que el entrañable idioma gallego, el de Rosalía de Castro y de Álvaro Cunqueiro, no se convierta en instrumento de división. En algunas comunidades autónomas se ha utilizado el idioma como un signo de superioridad, de supremacismo, y les cuesta aceptar la utilización del castellano. Hasta ahora los muchos gallegos que hemos conocido actúan con naturalidad y no tienen problema en adaptarse al idioma del interlocutor sin ningún complejo.

Nos alegramos de que el resultado electoral no haya sentado las bases para inventar unas fronteras que no existen. Galicia no se ha convertido en una nueva Cataluña. La guardia civil y la policía permanecerán. El poder judicial no se fragmenta. Galicia sigue siendo España y no se ha querido sumar a aquellos otros españoles avergonzados de serlo y deseosos de romper. No podía ser de otra manera. Esta vez no podemos decir de los gallegos que cuando están en una escalera no se sabe si suben o bajan. Parece claro que están subiendo, dando un ejemplo a toda España de que España no puede romperse. Los perdedores también deberían tenerlo en cuenta.
 

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