16/02/2023
 Actualizado a 16/02/2023
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Hay un filósofo italiano, Diego Fusaro, al que resulta un peñazo leer (puesto que es filósofo, al fin y al cabo, y en sus libros pierdes el hilo con mucha facilidad), pero que cuando hace declaraciones a los medios es una gozada. A uno le presta un huevo porque es un radical de manual, de los que, desgraciadamente, andamos muy escasos en estos tiempos. En una entrevista para el periódico Vozpópuli, un medio de derechas en el que escriben, casi todos los días, gente de izquierdas, no dejó títere con cabeza: «El amor es esencialmente anti-capitalista», es el titular de comienzo de la entrevista. Y sigue: «Que la izquierda se ría del matrimonio revela su pequeñez; se han convertido en baluarte del nihilismo relativista, de la civilización del capital». Y sigue: «La izquierda fucsia y neoliberal de hoy, radica en el hecho de que ha aceptado plenamente el mercado y el clasismo que lo acompaña y también las consecuencias dañinas del mercado. Aceptó la desregulación económica y la desregulación antropológica, la precariedad laboral y el precario sentimental». Y sigue: «La izquierda fucsia representa la traición completa a Marx, a Gramsci y a la clase obrera». Podía seguir con muchos entrecomillados, pero, seguramente, os cansaría y no estamos aquí para eso, sino para que os lo paséis bien.

Además, Fusaro, piensa que la única manera de parar tanta insensatez es destruir el capitalismo. No admite otra opción porque cree que el capital ha podrido a todos los sistemas de gobierno que los hombres han inventado y, cree uno, que tiene toda la razón. ¡Hasta logró derribar al comunismo soviético con la sencilla añagaza de gastar más que ellos en aviones, tanques, bombas atómicas y demás artilugios que sirvieran para matar al enemigo! Los rusos de aquella, al entrar en esa espiral de gasto militar, no pudieron satisfacer a su pueblo y todo estalló como en una piñata. Hoy, los chinos, gobernados con mano de hierro por un Partido Comunista muy ‘sui géneris’, han abrazado el capitalismo como mandamiento económico, obviando todas las enseñanzas de Marx, Engels, Lenin, Mao y la puta que los parió a todos...; ¡lo que nos faltaba por ver!

El asunto esencial es que la ‘izquierda fucsia’ y todos sus ayudantes y sucedáneos han conseguido que la gente se vuelva loca luchando por cosas que no tienen un pase, (discriminación positiva, feminismo radical, transgéneros, etc), y se olviden de lo importante que es que cada día que pasa hay más desigualdad entre los hombres: el uno por ciento de la población posee la mayor parte del pastel y al resto no nos dejan ni los bordes. Como dice Fusaro, si Marx levantara la cabeza, se volvería a morir del disgusto, sin atenuantes ni bobadas. La izquierda, en vez de luchar contra esa desigualdad antinatural, pierde el tiempo con cosas que solo consiguen que el individuo sea cada vez más esclavo de mercado. Un tipo desubicado, sólo y en la mayoría de los casos infeliz, solo encuentra satisfacción en comprar por Internet o en las tiendas físicas cosas que, en realidad, no le hacen falta, porque son superfluas, absolutamente desechables... Para esta gente, un ‘transexual’ es mucho más importante que una familia tradicional, con sus problemas, (que los tienen), porque al encontrarse sólo es mucho más fácil que consuma sin conocimiento, sin trabas, sin cuento. Tipos como Soros, un genio, gasta su dinero (descomunal) en conseguir destruir a una cosa tan tradicional y anticuada como la familia... Dice Fusaro que en los años sesenta y setenta del pasado siglo, los partidos comunistas de Francia y de Italia, decían cosas como «el partido comunista con la familia»... Sus herederos han olvidado aquella proclama y ahora se pegan por conseguir cosas que hasta la biología desechan: el género del ‘nasciturus’ depende de cosas mucho más importantes que la cultura: provienen de las células, y ni la naturaleza puede hacer nada para cambiarlo.

Nos estamos volviendo locos, imbéciles o ambas cosas a la vez. Cuando desubicamos al enemigo, cuando pensamos que el enemigo es algo tan fundamental como la familia, sólo nos puede esperar el ‘llanto y el crujir de dientes’.

Otra cosa con la que estoy absolutamente de acuerdo con Fusaro es con su llamamiento desesperado a los países del sur para que abandonen, a la mayor brevedad, la Unión Europea. Esta banda de desalmados hacen el juego (y la pelota), de manera vergonzosa al gran capital y a los useños, la mayor desgracia que ha ocurrido en el mundo desde las plagas de Egipto. Uno, como ya sabéis, vomita cuando ve en la tele y en los medios a la Úrsula y al belga con cara de gilipollas. Es imposible ser peores dirigentes que estos dos. Bueno; bien pensado, los anteriores no les iban a la zaga, y si no que se lo pregunten a los pobres griegos; pasarán décadas hasta que logren ya no digo recuperarse: no levantarán la cabeza hasta que el mundo se acabe. Y a esto lo llaman democracia, estado del bienestar y otras simplezas singulares. ¡Ay, señor! Salud y anarquía.
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