25/02/2023
 Actualizado a 25/02/2023
Guardar
El mito de las dos Españas sigue vivo, pero la ira se va calmando porque las ideologías han tomado muchas variantes, se han bifurcado, tienen matices que antes ni se preveían. El siglo XXI se caracteriza por ese afán de querer etiquetarlo todo con precisión quirúrgica. Ahora ya no solo eres de izquierdas o de derechas, hay muchos colores, además puedes ser ecofriendly, vegano, vegetariano, pansexual, friki, arquetipos hay para aburrir.

El caso es que aquellas dos Españas ahora siguen siendo dos, pero distintas. Hay una que pelea por sobrevivir, que lucha contracorriente, que paga más de lo que recibe y que calla porque ha olvidado cómo gritar. Es la España de quienes se levantan cada día y a pesar de la inflación, la corrupción, las prohibiciones absurdas, las legislaciones inexactas y las normativas estúpidas, madruga y levanta la trapa o camina rumbo a la oficina porque es un miembro de esa resistencia que a saber cuánto durará activa. Y la otra es esa que se siente muy europea y moderna, sigue todas las modas: no coma usted carne, no fume, conduzca coches eléctricos, pague impuestos y más impuestos, aunque la transparencia brille por su ausencia y no sepa usted adónde van a parar los fondos europeos. Si tiene ríos y mares, no pesque.

Los bosques quietos. Si quiere tener mascota haga un cursillo, pero la zoofilia ya no está penada. ¿Cómo se come eso? ¿Acaso no es un delito abusar de un ser vivo que no tiene voluntad consciente? No conduzca, mejor no tenga coche. Si se siente pez o cabra, está en su derecho, es un no binario, le operamos y le ponemos branquias. Las urgencias están saturadas porque no hay dinero para pagar más médicos, se nos va todo en burocracia, en salvar especies protegidas casi inventadas y en promover una igualdad que no ha conseguido en absoluto ayudar a las mujeres en caso de abuso, porque como la ley la dicta un burócrata y no cuentan con los jueces, pues eso, así está España.
Lo más leído