Hay un país de pústulas
y pillaje,
de heces y garrafas
y acaba,
con tintes de saqueo,
en una marisquería.
Truculento y gazmoño,
homenajea en la estepa
monumentos fascistas.
Pícaros,
gañanes,
novios necios:
en los predios de ese país
son innumerables.
Hablamos,
podredumbre hamletiana,
de la lejana Dinamarca.