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Escritoras trabajadoras

01/03/2024
 Actualizado a 01/03/2024
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Se acerca el 8 de marzo y reivindico a las escritoras trabajadoras o a las trabajadoras de la escritura. Escribir es un trabajo, mal pagado, además. Reivindico el trabajo oscuro y silencioso de las escritoras. Las (buenas) escritoras son misteriosas. Escribir es un acto muy solitario. Se hace en lugares apartados, a horas intempestivas (por lo menos las que somos madres y escritoras), a horas en las que la gente duerme, ve la televisión o sale de copas. Te conviertes es un ser huraño, te encierras en casa los fines de semana, y te acuestas pensando, oh, maravilla, mañana me levanto a las seis a escribir. 

Muchas escritoras llevamos una doble vida, escribir por la noche o antes del alba y después irnos al otro trabajo, al que nos da de comer. A menudo, la vida nocturna parece la verdadera, la que te da alegrías que nadie más comprende. Por eso las escritoras son misteriosas. 

El otro día estuve en una charla de una de mis escritoras (misteriosas) favoritas, Joyce Carol Oates. La conocí hace quince años en un encuentro en Madrid. Leí ‘La hija del sepulturero’ y ya nada fue igual. Tiene una increíble forma de crear diálogos certeros y poéticos, de transformarse en sus personajes, una niña judía, un afroamericano, un doctor abortista, un asesino. Cuando la veía delante, con su pelo rizado y su cara cerrada y misteriosa, cuando decía, para mí escribir no es un trabajo, un trabajo son mis clases en la universidad, para mí la escritura es un estado, un estado fluido. 

El otro día estuve con la (misteriosa) periodista Leila Guerriero. Vino a España a presentar su último libro, ‘La llamada’. La conocí en la misma época que a Carol Oates. Leí ‘Los suicidas del fin del mundo’ y mi concepto del periodismo cambió. Tiene una increíble forma de crear diálogo certeros y poéticos, de contar sus personajes desde muy fuera y, sin embargo, de meterles la mano en la garganta y extraer lo que encuentra dentro. Es así, cruda. Cuando la veía delante con su pelo rizado y su cara cerrada y misteriosa, cuando decía, y sí, me tomó tiempo el libro, jornadas de dieciséis horas, y sí, ponerte a escribir es la única manera de averiguar qué estás escribiendo.

Las escritoras son misteriosas. En las entrevistas les preguntan por esto y aquello, quieren saber el secreto de la escritura. No hay secreto, el secreto es escribir, escribir en tu rincón, en silencio, y volver a escribir y escribir una vez más. Escribir es un trabajo y además, un estado fluido, y además, una forma de ser y estar en el mundo. Eso hace a las escritoras misteriosas, las coloca fuera de la realidad y muy dentro de sí mismas. Porque eres consciente de que el único momento en el que eres tú misma es escribiendo. 
Y luego vas y haces todas las otras cosas. 

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