26/11/2022
 Actualizado a 26/11/2022
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Esos caudillos usurparon el mundo.

Acudieron de Marte, de Urano,

de desiertos infinitos y helados.

Ocupan mármoles y viejas cancillerías.

No desfallecen,

no les tiembla el alma,

sonríen ufanos por las plazas de Europa.

Su credo es despreciar al otro:

al débil, al extranjero, al diferente.

Para sus mujeres el martirio,

la mordaza,

la servidumbre,

y un exotismo de sainete.

Gracias a su refinamiento

increpan al hereje,

pero celebran, junto a él,

un Mundial infame.
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