¡Tranquilidad!, ¡no cunda el pánico! Nadie suponga por el título que –(media verdad, media ironía)– me encuentre abatido total por el resultado electoral y haya decidido abandonar la opinión política y entregarme, osado también, a la gastronómica. No, también soy manco para aderezar condumios. Además, no es esta buena época para tal trueque viendo cómo anda la morcilla burgalesa por mor, y me temo que costumbre, del obsceno y despreciable fulano Da Silva, Roberto, tras sus oídos eructos. Así, la falta del ‘señor’ y/o ‘don’ previos es pura voluntad. No debo igualar a tan zafio (en Perú, desalmado) gachó con los innúmeros señores con don de acierto que conozco y reconozco. Sería ley del embudo.
Tranquilidad –o no– y no cunda el pánico. Aun escribiendo casi siempre cerquísima de donde pescar y aun la cantidad de cebo disponible (¡qué paciencia, qué jetas, qué risa!) no daré o lanzaré la caña política sobre nadie. No sea cosa que interrumpa algún affaire discreto si no secreto (–¡Santi! / –Dime, Berti. / –¿Tú me apoyarás? / –Claro, Berti… Pero, lo sabes, no re puedo favorecer tanto como tú necesitas. / Telón y snifes a coro).
Y mientras, las sacrificadas instituciones financieras monetarias, los bancos de toda la vida, esos cuya actividad «consiste en recibir depósitos o sustitutos próximos de los depósitos de entidades distintas de las IFM y en conceder créditos o invertir en valores por cuenta propia, al menos en términos económicos», recogen beneficios a espuertas durante el primer semestre del año (por cierto, décimo aniversario del rescate bancario, ¿recuerda?) mientras mantienen exigua y/o escasa la retribución de los depósitos y ahorros de los clientes que junto a los prestatarios, a los que bien cobra su interés (ay Andrés), supongo sean quienes los alimenten. Pero nada, seguirán llorando por tener que pagar el gravamen temporal –2023 y 2024– de entidades de crédito y establecimientos financieros de crédito. Como las energéticas –¿le suenan? Luz y gas– por tener que abonar el gravamen temporal –2023 y 2024– energético. Del temporal de solidaridad de las grandes fortunas, mejor otro día, más que nada por evitar sobredosis. Así son las cosas de la pasta. De la gansa, digo.
Ah y no cunda el enfado. «La onomatopeya ‘snif’ puede usarse para reflejar un olisqueo, mas también la respiración entrecortada propia del llanto». Así lo dice la plataforma Enclave RAE en la entrada ‘Cuando haces plop ya no hay jabón’ de su blog. ¡Ay la ‘ofendiditis», qué pandemia!
Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!