victor-velez.jpg

Ellas conducen mejor

18/11/2021
 Actualizado a 18/11/2021
Guardar
Las estadísticas son perversas. Los partidos que mandan y los que, desde la oposición, aspiran a hacerlo se han encargado de recordárnoslo en las últimas semanas con la sucesión de presupuestos en el Gobierno, la Junta y los ayuntamientos. Los números se maquillan así y no asá, se ‘photosopea’ un gráfico que te dé la razón y asunto arreglado: «El mejor presupuesto de la historia para la provincia» o «Fulanito de Tal es Voldemort y vuelve a olvidarse de León».

Sin embargo, otras veces son vanos todos los intentos de manipular las cifras y estas se convierten en el mejor termómetro de una realidad. Así, un delantero centro es mejor cuantos más goles meta y un buen conductor es el que menos partes da al seguro. Respecto a esto último, hay una verdad tan incómoda como silenciada, según en qué contextos incluso políticamente incorrecta, en la que los números no dejan lugar a las dudas: ellas conducen mejor.

Este domingo se celebra el día en memoria de las víctimas de accidentes de tráfico y, sin pretender polemizar en una jornada que debe servir para el recuerdo, creo que es conveniente una reflexión sobre el llamativo sesgo de género en los siniestros mortales. En León, sin ir más lejos, de la veintena de personas que el pasado año perdieron la vida en la carretera 18 eran hombres y solo dos mujeres ¿Azar? A nivel nacional, el alcohol y las drogas estuvieron detrás de la mitad de muertes al volante, siendo varones el 95 por ciento. Una brecha así no es casual, obliga a repensar ese estereotipo de ‘mujer al volante, peligro constante’ y, según desde dónde se quiera mirar, ofrece dos posibles lecturas: los hombres somos menos prudentes o somos más gilipollas. Probablemente, ambas sean correctas. Y es que en la inmensa lista de posibilidades que la vida nos regala cada día para hacer el tonto nunca hay sitio para un vehículo.

El día que aprobé el carné de conducir mi padre me dijo que el cementerio está lleno de gente que tenía prioridad. Palabras de las que me acuerdo siempre que en un cruce, pese a tener derecho de paso, el coche de delante se detiene. Un impás de dos o tres segundos, no más, en el que lo frecuente es tirar de claxon aunque lo productivo sea pensar por qué ese conductor que se esconde tras el reposacabezas mira una vez a la derecha y otra a la izquierda. Al final, arranca y en el cruce no hay sustos. Te fijas en quién va al volante y suspiras… «Mujer tenías que ser».
Lo más leído