25/04/2015
 Actualizado a 13/09/2019
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Aquel verano de 1996 fue el primero en mi carrera periodística. A las pocas semanas de entrar en la mítica redacción del Paseo de Papalaguinda recibí el encargo de entrevistar a Jaume Gil Aluja, de paso por León para participar en un congreso internacional. Como no existía todavía la socorrida Wikipedia, cogí la libreta y puse rumbo al campus de Vegazana para conocer al Profesor López y preguntarle quién era aquella eminencia en lógica borrosa y eterno candidato al Nobel de Economía. La entrevista no quedará en los anales del periodismo, pues, todavía recuerdo la bronca que me largó el orondo catedrático leonés por publicar algún detalle impreciso entre tanto principio de incertidumbre. Esa primera toma de contacto con el Profesor López despertó en mí un interés por este paisano del Barrio de Pinilla, hijo de ‘El Nutria’ (un linotipista del vetusto Proa), buscador de truchas ‘arco iris’ en Salamon, periodista frustrado y admirador de Victoriano Crémer. Me contaba el otro día que, siendo un niño, el último gran cronista de la ciudad de León le regalaba entradas de sesión continua mientras el autor de ‘Historias de Chu-Ma-Chuco’ aprovechaba para echarse la siesta en alguna butaca del Cine Trianon. Pero volvamos a la economía, que de eso iba esta columna, ya que el Profesor López, alumno aventajado del Maestro Becker (otro cazurro ilustre), considera que dos son los vectores que paralizan a nuestra provincia. Por un lado, señala el talento que exportamos desde la propia Universidad y que no somos capaces de retener, «en León industria cero, todos camareros» pintó alguien en una pared del Barrio Húmedo. La segunda variable que me explicaba tiene que ver con los altos costes que siempre ha registrado el sector energético, la minería concretamente, frente al nulo retorno que provoca en las arcas leonesas, o si no, que se lo pregunten a la tribus de El Bierzo durante el expolio dorado que provocaron aquellos locos romanos. Preocupado yo por un futuro tan negro, me armé de valor para sonsacarle posibles soluciones, aprovechando que uno no desayuna todos los días al lado de un doctor en Ciencias Económicas. Este experto en contar cuentas y detectar cuentos en los libros contables fue claro en su respuesta: «Leoneses, al internet». Dicho así, puede sonar algo manida la proclama pero el Profesor López ya se la había dejado por escrito hace veinte años a Santiago García, editor del número cien de la Revista Tierras de León y uno de mis maestros en el viejo oficio de juntar letras. Es seguro que la mencionada publicación debió de leerla uno de los valedores del histórico ‘Pacto de Las Mantecadas’, otra cosa bien distinta es que la entendiera y supiera aplicarla.
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