A dónde va la sanidad

La confección pública de la sanidad va desmoronándose y no por su propio peso, sino por un cúmulo de voluntades y mal quereres que la van asfixiando, tal vez a sabiendas, tal vez por ignorancia, puede que por no valorar bien la ruta. Cualquiera de los supuestos ha hecho que el Bierzo encadene deudas sanitarias que se van solapando sin lentitud. Primero fueron las listas de espera de traumatología, después la falta de oncólogos, ahora de cardiólogos. Salimos a la calle porque los consultorios rurales se cerraban. Y el clamor por radioterapia ya se ha convertido en estertor mudo. Mirando al futuro, las jubilaciones que no se van a cubrir diezman el lado humano de la atención hospitalaria. Las plazas que no se consiguen rellenar, la pirámide poblacional tan intensamente cercana al dibujo del ataúd… Todo está metido en la cesta con la que la Plataforma en defensa de la sanidad pública llena los deberes de la Junta. Pero encuentra silencio de ese lado y parálisis del otro, aún a sabiendas que solo la movilización ha servido para balbucear alguna mejora. Eso abre las yagas de una sociedad que se permite muertos por desatención sanitaria, denuncian, pidiendo un despertar que haga reflexionar sobre a dónde vamos.