Secundino Llorente

El colmo del bullying

30/03/2023
 Actualizado a 30/03/2023
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Parece increíble que, en el año 2023, después de todo lo que se ha hablado sobre el acoso escolar, aún pueda sorprendernos la prensa con una noticia como esta: En la localidadde Amorebieta, desde hace cuatro años, unas bandas o cuadrillas o manadas o pandillas de chavales del municipio parecen haber encontrado como forma de entretenimiento: «Burlarse de Haitz, un muchacho de 18 años, que sufre una discapacidad intelectual». Este viene a ser el término utilizado cuando una persona no tiene la capacidad de aprender a niveles esperados y funcionar normalmente en la vida cotidiana. Este ya es el colmo del acoso escolar. La noticia es realmente inverosímil, inconcebible e inadmisible. Esto me lleva a la conclusión de que la sociedad sigue sin darse cuenta de la gravedad de este asunto y, aunque nos parezca que estamos siendo pesados, molestos y hasta ‘cansinos’ en este asunto, tenemos que seguir insistiendo, porque nunca está de más y siempre podremos salvar una vida.

Desde mi punto de vista, este es el tema más importante y grave que hoy podemos encontrar en los centros educativos. Entendemos por acoso escolar el maltrato físico o psicológico deliberado y continuado que recibe un alumno por parte de un compañero o un grupo de compañeros que se comportan con él cruelmente con el único fin de someterlo y asustarlo. Viene a ser la repetición continuada de ofensas de un agresor, o varios, que presumen de superioridad sobre su víctima con insultos, difamaciones, amenazas, chantajes, difusión de rumores, robos o golpes que provocan el aislamiento total del acosado que se encuentra en una sensación de indefensión e inferioridad.

Por mi experiencia estoy convencido de que si un profesor, un tutor, el coordinador de convivencia, el orientador o el delegado se da cuenta del menor indicio de acoso y se activaba un protocolo urgente que tenga como finalidad reanimar al acosado y neutralizar al acosador, el problema estará solucionado. Los acosadores escolares pueden llegar a ser crueles, pero son muy niños y debería ser fácil ‘anular’ su acoso a esas edades. Los centros escolares están obligados a actuar inmediatamente y de modo contundente. También ante casos de Ciberbullying, aunque el acoso ocurra fuera del centro. Y todo ello porque las consecuencias pueden ser graves para el resto de la vida de la persona afectada con episodios de estrés, trastornos de ansiedad, crisis de pánico, depresión o aislamiento social en unos niños cuando están empezando la vida y les afecta de tal manera que incluso pueden llegar al deseo de quitársela.

Hasta ahora yo estaba convencido de que todo acoso finalizaba a los cinco minutos de ser conocido por el equipo directivo. Lo importante era romper el silencio y encontrar un atajo fiable para descubrir el acoso, y problema resuelto. Así de fácil y sencillo. Yo pensaba que el acoso se alimenta de silencios y se muere cuando se le descubre. Pero esta noticia rompe todos los esquemas. Este caso no encaja en ninguna fórmula o protocolo de solución. Todo el pueblo de 19.000 habitantes conoce este ‘acoso cruel’ porque es la propia madre del acosado la que se encarga de hacerlo público: «Por favor, hablad con vuestros hijos». Es el llamamiento desesperado de la madre que lo ha publicado a través de las redes sociales y ha acudido en persona a los colegios de la zona para hablar con sus directores. Es la única manera que ha encontrado para conseguir que los jóvenes de Amorebieta dejen de hostigar a su hijo. Y lo ha conseguido porque su mensaje de auxilio ha provocado una reacción multitudinaria entre los vecinos, que este fin de semana no han dudado en mostrarle su solidaridad.

La madre se ha lanzado esta cruzada en favor de su hijo después de vivir un episodio de acoso e insultos que le hizo temer por su integridad. Madre e hijo se encontraban en un bar del pueblo cuando su hijo decidió ir ‘a por un kebab’. Al volver ella se da cuenta de que una pandilla de veinte jóvenes menores de edad, de entre 12 y 18 años, le seguían mientras le gritaban insultos. Ella denuncia lo ocurrido y pide a todas las familias que hablen con sus hijos y les expliquen que lo que ellos entienden como un juego o una broma, a su hijo le está matando, porque él ya no tiene ganas de vivir.

La madre no se queda sólo con la solicitud de ayuda a los padres, también decidió hablar con los equipos directivos de los centros educativos de la zona, porque, aunque su hijo no es alumno, pero sí lo son los jóvenes que le están amargando la vida. Imagino a los directores de centros educativos, posiblemente avergonzados por no hacer nada y mirar a otro lado durante ‘cuatro años’ de sufrimiento para el niño.

Esta madre coraje, ‘con un par’, consiguió salvar a su hijo. Su petición ha tenido tan buena acogida que ha dado lugar a una ola de solidaridad con Haitz en el municipio. El fin de semana los vecinos secundaron de forma masiva una concentración en apoyo de Haitz y en contra de cualquier tipo de bullying. «Esto se había convertido en un juego para los chavales, pero para la familia es una situación dolorosa e insoportable que se está alargando en el tiempo», dice la nota de uno de los centros educativos a los que acudió la madre. «Entre todos podemos evitar que situaciones como esa se repitan», dice otro colegio. Desde el Ayuntamiento de Amorebieta ya están trabajando en un plan de convivencia que devuelva la tranquilidad a Haitz y a toda su familia.

Es el colmo del acoso escolar: «pandillas de sinvergüenzas mofándose de un pobre niño con discapacidad con todo un pueblo cerrando los ojos para no verlo durante cuatro años». Todos los indicios de esta película eran de final trágico, pero el valor y los redaños de la madre consiguieron el final deseado. Es evidente que tenemos que seguir concienciándonos para evitar y curar este cáncer del acoso escolar.
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