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El alcalde ausente (on fire)

16/01/2016
 Actualizado a 13/09/2019
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Elías estaba en casa, mirando ese jamoncito del que iba a dar buena cuenta con el pretexto de celebrar la Nochevieja, cuando le llamaron por teléfono. Un edificio en la calle del Reloj de La Bañeza estaba siendo devorado por las llamas. El voluntario, curtido ya en mil batallas, llamó a sus compañeros, Fernando, Pedro y Ángel; a quienes sugirió que fueran directamente al lugar, que no fueran a por el camión, que ya cogía él, para ganar tiempo.

Elías cogió el viejo vehículo cedido por la Diputación hace 33 años y se encaminó, por enésima vez, a dar la cara por todos sus vecinos. Allí estaban ya ‘uniformados’ el resto de voluntarios, los otros tres del patíbulo, que estudiaban la mejor manera de atajar el fuego, que se situaba en el último piso del inmueble. Una gran llamarada blandía las vigas de madera y el siniestro se encaminaba ya hacía las casas contiguas. Los bomberos voluntarios escupían agua trazando un gran arco desde abajo, que apenas conseguía sofocar el fuego. Fernando y Ángel decidieron entrar para atacar directamente pero la jugada no salió bien. Subiendo el último tramo de acceso a la azotea una pared sucumbía a las altas temperaturas y se desplomaba sobre los héroes locales. Unos bomberos con pocos medios y no profesionales que veían la muerte en la última y maldita noche del año. Los bomberos de León, cuando llegaron una hora después, poco pudieron hacer por ellos.

Esta es una historia real, menos la última parte, que me la he inventado. Fernando y Ángel están bien. Controlaron el fuego antes de que los profesionales llegaran. Hicieron todo el trabajo ‘sucio’ los que menos tienen, los que menos saben. Pero pudo ser cierta. La sociedad rural leonesa vive pendiente de un hilo. Y se está… nos estamos empezando a hartar.

La última iniciativa para intentar llamar la atención de la Diputación, administración que tiene que dotar de recursos a estas comarcas, ha partido del regidor bañezano, José Miguel Palazuelo, que invitó a todos los alcaldes de los partidos judiciales de Astorga y La Bañeza a una reunión que se celebra este sábado. El alcalde anfitrión apuntaba hace unos días que no quiere partidos ni política, solo una postura común de todos. Muchos han confirmado presencia. Muchos, pero no todos.

El primer edil astorgano, Arsenio García, no está, ni se le espera, ahora ya no. García ha dado dos razones, a pesar de que también ha querido mostrar su apoyo a la causa, pero desde lejos, en la distancia. La primera de esas posturas es que según él no ha sido un encuentro consensuado. Lo cual no sé muy bien qué quiere decir. ¿Se supone que debía ser él el primero en enterarse de la misma? En segundo lugar el alcalde apunta que «hay que dejar trabajar a la Diputación». Parece que el ‘mandamás’ le habría comentado que en breve se presentará el proyecto para la materialización de estos parques.

Razones o no, creo que los ciudadanos de la muy leal querían verse representados en esta reunión con todos los demás. Y así lo han manifestado muchos maragatos en las redes sociales estos días. Querido alcalde, lo único que ahora sabemos es que no tenemos bomberos, ni tan siquiera voluntarios en Astorga. Sabemos que nos podemos quemar, que necesitamos una protección a la cual tenemos derecho. Y lo único que nos queda es unirnos para conseguirlo.

Alguien me sopla que realmente son órdenes de partido. Que desde León no le dejan ir. Si eso es cierto, que no lo sé, estaríamos de nuevo ante la más absurda y mafiosa realidad política de esta mí querida España, esta España mía, esta España nuestra. El alcalde debe mirar para abajo, donde están los vecinos, no hacia arriba. Creo en la sensatez de Arsenio García; y me hubiera gustado verle en La Bañeza, diciendo ¡quiero un parque de bomberos para nuestras comarcas ya! Y si la Diputación trabaja, que trabaje; pero la asistencia era obligada. Aunque solo fuera para ver justos a todos los partidos políticos pidiendo lo mismo, lo que es justo. Datos y una realidad: de los más de 80 parques de bomberos de Castilla y León, en León, provincia más extensa y orográficamente complicada, solo hay dos. Triste realidad.

Bomberos para apagar fuegos. Bomberos para que el final ficticio antes escrito nunca sea una realidad por contar.
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