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El ejemplo de los franceses

29/01/2024
 Actualizado a 29/01/2024
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Seguramente que usted recuerde que lo francés ha sido o intentado ser siempre un sinónimo de refinado, selecto, elegante, pionero y distinguido entre otras muchas cosas. Al menos así se ha asociado durante mucho tiempo en el imaginario colectivo de los vecinos de abajo del país galo, que veíamos que los franceses iban dos o tres pasos por delante de nosotros. Y los libros y las películas de inspiración gala que hemos leído y visto a lo largo de los últimos cuarenta años no hacían nada por evitarlo.

Ahora las imágenes que nos llegan del país vecino nos las intentan vender como la reacción de unos bárbaros que paran los camiones que proceden de fuera de sus fronteras, tiran la fruta o la verdura que transportan, que cortan carreteras, agreden, siembran el caos incendiando vehículos y parecen los malos de una película donde por defender lo propio ya es uno precisamente malo. Al menos es lo que le han vendido durante los últimos veinte años y siguen haciendo cada día.

Pero en España hay mucha gente que aunque siempre ha mirado con recelo al vecino del piso de arriba, esa misma gente ya cree que el ejemplo de los franceses es el que deberíamos tomar aquí ante la invasión diaria de productos de fuera de nuestras fronteras mientras lo que se produce aquí queda en el campo tirado por falta de mano de obra, porque los precios no compensan a los productores ni a los que los comercializan y porque al consumidor final en los supermercados de gran consumo muchas veces no le dan otras opciones más que alimentos importados.

Y si no se lo cree pregunte en Valencia qué está pasando con las naranjas en plena campaña de recogida o lo que ocurre a veces con la leche, con la uva, hortalizas frescas o con una infinidad de productos del campo que nunca faltan en los lineales pero que rara vez proceden de una plantación española donde hay que cumplir a rajatabla estrictos protocolos que otros pasan por alto. Pero como le he dicho más veces, cada vez a uno le da más la sensación de que al español medio de a pie ya le da todo igual.

 

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