Dulcidifusión

*ADVERTENCIA: esto es una difusión de interés para los que todavía disfrutan del dulce sin piedad. Aquellos que toman el café sin azúcar que se tapen los ojos. ¡A mamarla!

Próximamente veremos funcionando en República Argentina otra confitería con servicio de café. Se trata de La Masera / La Asturiana, la cátedra local de los croissants franceses, que fundió sus dos locales en uno doble con difícil forma de U y perenne presencia de su alma máter. Es de esperar que, cuando hayan dispuesto mesas y sillas para sentar a los clientes, sirvan las bebidas calientes acompañadas de algo similar al pastel de crema sobre hojaldre doradísimo, del tamaño de una tarjeta de crédito, que ya dan en su local de la Chantría, La Gourmandise. Tal es el espectáculo de sabor de sus dulces, que provocan colas interminables que se desbordan por Fray Luis de León cualquier laborable a media mañana. Aunque debe constar aquí también que no es el único negocio que arrasa en esa zona. Allí las colas se multiplican, conque permítanme dudar de la pérdida de población.

Sirva también esta exclusiva obtenida en los mentideros habituales del pequeño empresariado leonés como consuelo para los despistados que penaban por haber perdido por cierre la Fuensanta de Gran Vía de San Marcos, con sus magdalenitas, bizcochitos y otras caricias. Queda un local con el mismo nombre en Palomera (por si les surge necesidad de tejas y moscovitas para dorar la píldora a la familia contraria), pero lo que ya atenuaba ese desconsuelo a los atentos habituales de cafeterías, como mi grandullón querido, era el Albany del primer tramo de la misma Gran Vía. Porque Albany (o ‘álbani’, si patean a diario el Estado de Nueva York de la mano deGuillermo Fesser)lleva ya años en un local impecable repartiendo buena atención y cachitos de milhojas con el café.

No cualquiera puede seguirle el ritmo a estos calentitos cafés, pero ese es el nivel a alcanzar. León y sus golosetes no nos conformamos con menos.