Una de las cosas que recuerdo con más cariño de mi etapa universitaria y de mi paso por un colegio mayor ahora abandonado a su suerte después de haber sido uno de los grandes referentes de la okupación a nivel nacional tras su cierre, es el hecho de haber podido disfrutar prácticamente en pijama, de conciertos que aún recuerdo a día de hoy.
En mi colegio mayor dio el último concierto de su vida Camarón de la Isla y por ese teatro en el que los propios colegiales demostrábamos nuestras –en muchos casos– desaparecidas virtudes musicales, pasaron muchos de los grandes de la historia del jazz y del flamenco, que en los últimos años y coincidiendo con mi paso por allí dejó paso a las nuevas tendencias de esos géneros. Aún recuerdo el concierto de Portico Quartet o que, al poco de llegar allí y sin saber lo que estaba ocurriendo me encontré a Enrique Morente a punto de cantar con Pepe Habichuela a la guitarra. Un par de años después, con él ya fallecido, me cruzaba por las escaleras con su hija Soleá escoltada por Jota, de Los Planetas y Antonio Arias, de Lagartija Nick. Los Evangelistas, el grupo que montaron para homenajear precisamente a Enriqu Morente, también tocaba dos pisos por debajo de mi habitación.
A lo que voy, que aún más cerca de los 30 que de los 40 esto comienzan a parecer las historias del abuelo cebolleta, es a la importancia que tiene el entorno en el que uno vive para desarrollar una cultura en este caso musical. Yo nunca hubiese sabido nada de jazz o de flamenco si no hubiese caído en aquel mastodonte de uralita. Estos días se celebra el Sonorama en Aranda de Duero e imagino que para los chavales del pueblo crecer con conciertos de primeras figuras a nivel nacional e internacional cada verano les haya influido positivamente en la formación de sus gustos. En León, mientras tanto, nos puede salir un hijo mod con un poco de suerte, porque la oferta es tan escasa incluso a nivel nacional que es difícil imaginar un escenario en el que los grandes nombres te vengan a buscar a ti en lugar de, muchos años después y con un camino mucho más difícil, tú a ellos. Quizás es hora de cambiarlo.