Imagen Juan María García Campal

Diputados de varia mezquindad

08/11/2023
 Actualizado a 08/11/2023
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Por la historia y por lo establecido por el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) –«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos…»– se me hace difícil entender la institución monárquica. No obstante, y recordando todo lo pensado los días previos –y hasta la propia mañana– a aquel seis de diciembre de 1978 en que voté sí a la vigente Constitución; y ello, aun cuando era partidario de la «ruptura democrática» y la Constitución votada (y aprobada) era fruto de la reforma y del consenso político. Pero era el franquismo con todo sus putrefactos pasados y restos lo que era urgente dejar atrás y eran un presente y futuro en democracia y libertad el ilusionado anhelo que informaba los actos políticos de los que en ella, aun clandestinos, andábamos.

Aún así, aún mi pensamiento y sentimiento izquierdistas y republicanos, y quizá por ellos mismos, tampoco entiendo el mezquino comportamiento, en el sentido de «falto de generosidad y nobleza de espíritu», mostrado por ciertos diputados, bien de izquierdas bien nacionalistas, tanto hacia la Constitución, como hacia su jura por parte de la Princesa de Asturias, heredera de la jefatura del Estado, al menos, mientras la Constitución no sea reformada de acuerdo a lo dispuesto en su Título X.

Por suerte, entiendo por otra cosa ser de izquierdas o ser republicano. Siempre digo que cuando uno se tiene por tales cosas ha de esmerarse en no igualarse a sus adversarios, tan propensos ellos a apoderarse de España –siempre suya–, a arrogarse su total representación –los españoles–, sus sentimientos –solo ellos son patriotas– y hasta de la Constitución, ¡qué risa!, amnésicos como son de sus precedentes lejanos, recientes y ahora gritados en sus agitaciones y manifestaciones.

La cicatería mostrada por estos sectarios no se debe a desmemoria alguna. Cómo olvidar la, aun legítima, remilgada y demagógica memez de sus variadas fórmulas de jura de la Constitución… «por imperativo legal», así como la libertad que esta les reconoce a la defensa de sus ideales y fines políticos. Los dioses nos libren de puros doctrinarios de cualquier tendencia, siempre poseedores de la verdad absoluta y prestos a anatemizar al adversario. 

Educación, cortesía y respeto a las instituciones constitucionales y democráticas son signos evidentes de defensa de la democracia y la libertad. Lo demás, interesadas engañifas, falsos purismos. Mas quizá esto sea cosa mía, ya algo gagá, amén de jacobino.

Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!

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