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El dinero no cree en Dios (II)

18/03/2024
 Actualizado a 18/03/2024
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Poniéndole el ejemplo de los colegios de confesión católica que antes exigían alumnos de pura raza pero ahora miran para otro lado cuando las familias hacen las matrículas, porque lo que importa es lo que importa, la semana pasada le decía que «el dinero no cree en Dios». Y así, con la frase que aprendí de un señor de Palencia, titulaba la primera parte de esta columna y hoy para la segunda entrega aprovecho la idea llevando el tema a otra cuestión de actualidad como es la Semana Santa y sus preparativos.

Si algunos colegios concertados –afortunadamente unos pocos, no todos– se han convertido en un verdadero negocio donde lo que realmente importa es que haya muchas matrículas, independientemente de donde vengan, en varias cofradías leonesas –que, por fortuna, tampoco ocurre en todas– está pasando algo parecido. Ya no hace falta ser católico de pura cepa para ir a un colegio titularidad de una comunidad religiosa ni tampoco es necesario estar bautizado para ponerse la túnica, los cordones y el capillo y salir en procesión.

Si tiene hijos o nietos en edad escolar sabrá de sobra lo que le estoy contando, que hoy en día hay aulas que parecen sucursales de la ONU a escala. Y eso está bien en un colegio público o en uno privado de carácter aconfesional, pero la caza de masiva de alumnos crean en quien crean por parte de algunos concertados es de juzgado de guardia. Exactamente lo mismo que están haciendo algunas cofradías para presumir de tres mil hermanos en vez de mil doscientos o de cinco mil en vez de tres mil, que se pasan por alto el tema de la partida de bautismo con tal de atraer gente.

La culpa de todo esto es que nos hemos creído demasiado lo del interés turístico en sus diferentes escalas y hemos olvidado el interés religioso que tiene la Semana Santa. Eso y que en las directivas de las cofradías cualquier elemento puede hacerse con el poder, sobre todo en las que corren el riesgo de tener que nombrar cada año un cabecilla distinto, creyendo que la capilla o un paso procesional son como el bar, que cuanta más gente arrimada a la barra mejor. Así que lo de que «el dinero no cree en Dios» va a ser verdad.

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