23/04/2024
 Actualizado a 23/04/2024
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Tengo sobre la mesa la portada de una revista con una preciosa foto de una niña con Síndrome de Down, feliz y sonriente, en brazos de su madre, no menos feliz. La niña tiene nombre y apellidos. Se llama Ángela Barrero González y su madre, Patricia, dice que, aunque en principio la noticia fue un mazazo, cuando la niña nació «pronto se esfumaron los miedos con la primera mirada que nos dedicó». Imagino que ningún lector tendrá la osadía de decir que un niño con Síndrome de Down tenga menos dignidad y menos derecho a vivir que él. Sin embargo, son muy pocos aquellos a los que se les concede el derecho de nacer y de vivir, y la mayoría están condenados al exterminio.

Acaban de cumplirse los 75 años de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pues bien, el presidente francés Macron ha pedido que el aborto sea un derecho constitucional en toda circunstancia y el Parlamento Europeo ha votado a favor de incorporar el aborto en la Declaración de los Derechos Humanos. Ello supone una degradación, al poner excepciones al derecho a la vida. Pero no solamente en este caso, sino en otros muchos, la dignidad humana está por los suelos. A la hora de escribir estas líneas se están dando a conocer los resultados electorales en el territorio vasco. No es indiferente que los herederos de los asesinos y sus blanqueadores hayan tenido tanto éxito y sin pedir perdón. 

En medio de este caos es reconfortante la reciente publicación de un documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, avalado por el Papa, titulado ‘Dignitas Infinita’, Dignidad Infinita, para defender sin complejos la dignidad de todos los seres humanos. Probablemente más de uno lo criticará sin haberlo leído y a otros les resultará indiferente. Pero desearíamos que aquellos que, con razón, están en contra del maltrato animal lo leyeran y reflexionaran a fin de hacer algo por reconocer la dignidad de tantos seres humanos maltratados, víctimas de la pobreza, de las guerras, de tantos inmigrantes engañados y explotados, de la trata de personas, de los abusos sexuales, de tantas mujeres maltratadas, de las personas descartadas por su discapacidad, de los niños triturados en el vientre de sus madres, de ancianos eliminados, de violencia digital, de teorías que llevan a manipular la naturaleza humana, de la pena de muerte, de la tortura… Reconozcamos que la dignidad humana es pisoteada constantemente por la actuación indigna de otros seres humanos, por mucho que presuman de progresistas o conservadores.

 

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