05/12/2023
 Actualizado a 05/12/2023
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La palabra ‘dictadura’ nos retrotrae al Imperio Romano. En momentos especialmente difíciles, sobre todo en casos de guerra y de manera extraordinaria, se ponía la autoridad suprema en manos de una persona. Pero tenía unos límites temporales. Fue precisamente en el año 2023 en Cataluña donde se decidió, ante la situación caótica que vivía España, que su Capitán General Miguel Primo de Rivera tomara el mando supremo. Parece que en principio no ha dejado mal recuerdo, si bien en los últimos años la sociedad degeneró y tal vez por eso fue abrazada con bastante ilusión la República.

Hoy día, por desgracia, sigue habiendo muchas dictaduras en el mundo, ciertamente reprobables, pero algunas son especialmente valoradas por gran parte de la clase política española que ahora nos gobierna: Cuba, Venezuela, Rusia… y otras parecidas.

Para acceder a una dictadura puede haber varios caminos: mediante un golpe de estado, pero también a través de las urnas. Este último modo es el que llevó al poder a Hitler y a Hugo Chávez. Fueron elegidos democráticamente, pero poco a poco fueron creando unas condiciones en las que se hace prácticamente imposible la alternancia en el poder, incluso habiendo elecciones. Uno de los trucos más eficaces es anular la separación de poderes. Si el gobernante de turno controla los tres poderes, termina haciendo lo que le da la gana, dando paso a una dictadura real. La gente no se da cuenta, le parece imposible, pero es como el que poco a poco se va hundiendo en el barro y después ya no puede salir. De hecho hay serias dudas de que el proceso iniciado a una nueva dictadura sea reversible.

Los cuarenta años de la anterior dictadura en realidad fueron provocados por la caótica situación de la República, que también estuvo en peligro. Fue un general republicano quien la había defendido en 1934, el mismo que decidió más tarde salvar a España del comunismo y sus nefastas consecuencias. Lo triste es que derivó en una guerra civil. Acabada la guerra, no se restableció la democracia, pero el milagro económico español hizo posible que, al morir el general, fuera fácil la vuelta a la democracia y la reconciliación de los españoles. De hecho el dictador dejó a un sucesor que llevaría a cabo con éxito esta tarea. No ha ocurrido así con los sucesores de Chávez o Fidel Castro, cuyas dictaduras se mantienen. Eso sí, al dictador español nadie le llamó mentiroso ni traidor ni se negaron sus esfuerzos por defender la unidad de España y sacarla de la miseria o su acierto al elegir al sucesor.

 

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