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Desprecio a la palabra empeñada

07/05/2023
 Actualizado a 07/05/2023
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Es muy sencillo intuir que la ‘intocable’ candidata del PP al Ayuntamiento de León, Margarita Torre, se haya pegado un tiro en el pie por su arrogancia. O dos. Y lo es porque la lista que presentó en sociedad hace unas fechas, a las puertas del Parador de San Marcos, pareció más la del pirata de la pata de palo, que otra cosa. Estaba coja. La lista, no ella, que para eso tiene quien la sostenga si se trastabilla.

Con la ‘habilidad’ que le caracteriza –más bien por mancillar la palabra empeñada, que decían los antiguos– ideó cómo quitarse de encima a los ‘molestos’ concejales Aurora Baza, Javier García-Prieto o Fernando Salguero: cambiándoles de número en la papeleta. Trampeándolos. Y otro tanto al jefe de campaña, Juan Pablo García Valadés, que se rompió el alma y las rótulas por ella, sin sospechar que las cañas se le volverían afiladas lanzas. Valadés desconocía con quién se jugaba los cuartos.

La realidad es que Torre, con su decisión, ha tirado por el desagüe centenares de votos. Quizá más de los que pueda intuir. Porque si estaba convencida –o lo está– de que el carro avanzaría gracias a ella, se equivoca. Quienes acompañan durante la travesía de unas elecciones locales, juegan un papel muy destacado. Y, en ocasiones, decisorio.

La ninguneada Aurora Baza, una mujer laboriosa y dispuesta, ha desempeñado su cometido –primero en el equipo de Gobierno de Silván y después en la oposición– de forma impecable. Si alguien se ha multiplicado en el Consistorio ha sido ella. Sin atender a horarios ni a fechas. A piñón fijo. La concejalía de Familia y Bienestar Social que dirigió funcionaba como un reloj, y el área de mayores fue ejemplo de gestión. Un balde de votos que va a perder la caporala Torre.

El mismo caso, aunque con diferentes mimbres, se da en Javier García-Prieto. Desde su pública bonhomía –afabilidad, sencillez, bondad y honradez, según el diccionario de la Real Academia– se ha ganado el crédito y el cariño de la gente. ‘Andarín’ confeso por todos los barrios de la ciudad –en los que es muy valorado– en él han creído hasta los de izquierdas. Por aclarar las cosas, le votan por sí mismo, sin mirar quién es el número uno de la candidatura. Recuérdese las locales de 2019 y lo que ocurrió en las urnas. ¿Y eso lo desconocen en el Partido Popular?

Por último, Salguero, el hombre de confianza del ‘arrepentido’ Antonio Silván, que fue quien introdujo a la medievalista en política. Silván, no Salguero. El resultado fue aciago para el exalcalde. A Salguero, que también tiene su público en el mundo cofrade y en otros ámbitos, ya le tocó los dídimos la ‘líder’ en un momento reciente. Le quitó a él para ponerse ella. Y siguió haciéndolo hasta desmembrarlo. Lo consiguió. Tararí, tararí, candidata.
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