Secundino Llorente

¿De qué se extrañan?

27/04/2023
 Actualizado a 27/04/2023
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Está a punto de salir el nuevo informe Pisa. Las cifras del índice de integración escolar elaborado por el último muestran que Cataluña es la comunidad autónoma con menor integración escolar de los castellanohablantes. El Informe Pisa ha vuelto a poner en evidencia el modelo educativo catalán, porque ha obtenido uno de los peores resultados registrados en los últimos años. Los alumnos han ido perdiendo 15 puntos en competencia científica y 10 en competencia matemática. Otro dato que resulta revelador es que en Cataluña es donde los alumnos con menos recursos sufren más acoso. La Vanguardia titulaba la noticia: «Cataluña cuestiona fiabilidad del informe Pisa tras empeorar sus resultados». El departamento de Educación de la Generalitat ha cuestionado la fiabilidad y «calidad» del informe Pisa publicado por la OCDE y en la que Cataluña empeora sus resultados al registrar una puntuación de 490 (Castilla y León 502) en competencia matemática, 10 puntos menos que en 2015 y 489 (CyL 501) en ciencias, 15 puntos menos. Y el desastre en la competencia de comprensión lectora, que ni siquiera se han hecho públicos estos resultados, a pesar de que era la competencia prioritaria en el informe. Concluye Pisa: «La inmersión lingüística en Cataluña no cohesiona a la sociedad, sino que la descohesiona, creando una gran fractura entre el rendimiento educativo de los alumnos castellanohablantes y catalanohablantes. De un lado están los catalanohablantes que tienen la facilidad de recibir la enseñanza y aprender en su lengua. Y del otro, los castellanohablantes, que encuentran una dificultad lingüística adicional a la dificultad intrínseca a las materias y sus resultados educativos se ven perjudicados. Además, está probado que las desigualdades educativas se trasladan de forma inevitable a desigualdades profesionales y sociales. En particular, aquellos más expuestos al fracaso escolar son también aquellos más expuestos a sus consecuencias profesionales y sociales: dificultades de inserción sociolaboral, riesgo de marginación y exclusión social, baja autoestima, desafección por el aprendizaje, acceso a un tipo de mercado de trabajo precario y una permanencia en los estadios más bajos de la escala laboral y social. Por tanto, no es arriesgado decir que la desigualdad educativa entre catalanohablantes y castellanohablantes introducida por la inmersión lingüística en Cataluña se plasma también en una desigualdad profesional y social entre la población catalanohablante y castellanohablante, quizá deseada de forma voluntaria por algunos ingenieros sociales del nacionalismo catalán».

El Defensor del Pueblo ha pedido investigar sobre posible sesgo ideológico en el contenido que se imparte en las escuelas catalanas. Ángel Gabilondo actúa a instancias de la Asociación por una Escuela Bilingüe (AEB), que denuncia que las líneas dictadas por la Generalitat incluyen contenidos que «pueden considerarse una difamación contra la democracia española». Gabilondo eleva la queja a la Alta Inspección de Educación, instando a comprobar que el nuevo currículum de bachillerato respeta los principios y valores constitucionales. La respuesta de la Alta Inspección al Defensor del Pueblo asegura que «no observa» intención de adoctrinamiento en el decreto que desarrollan los libros de Historia, a pesar de que los manuales de Bachillerato enseñan una ‘España enemiga de Cataluña y obvian la Constitución’.

También la AEB ha denunciado «fenómenos de acoso escolar por razones lingüísticas» y presiones para usar solamente el catalán. El Defensor del Pueblo pidió a la Consejería de Enseñanza que informase sobre la situación de alumnos y profesores bilingües que podían sentirse discriminados por usar el castellano en las aulas. La respuesta nos la dan los máximos responsables de la educación en Cataluña: En noticia de ABC: «Aragonés preside la fiesta de los perseguidores del castellano». El día 28 de marzo, la Generalitat ha convocado un acto dirigido a reconocer y difundir la labor de los centros que están llevando a cabo los talleres lingüísticos para impulsar el catalán, conocidos como centros Ulae. El evento, bajo el lema ‘Activémonos por el catalán’ y que inaugura el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, se celebra con el fin, según reconocen los organizadores, de «dar visibilidad a la labor que habéis hecho los centros Ulae». Durante el acto habrá actuaciones musicales «una dinámica grupal de análisis de usos lingüísticos y priorización de objetivos». Se presentarán también «casos de buenas praxis» y hay convocada una «feria de entidades y actividades para exponer ejemplos a seguir por otras escuelas». En la AEB censuran la celebración: «Es cínico hacer una fiesta entre las escuelas que persiguen que alumnos y profesores no hablen en castellano. Una fiesta totalitaria entre sectarios». Por otra parte, el conseller de educación de la Generalitat, Josep Gonzàlez-Cambray, se desahogaba ‘a su gusto’ calificando de «antipedagógico», «sorprendente», «aberrante», «retorcido» tener que usar el castellano en las aulas, ante las sentencias judiciales que protegen la enseñanza bilingüe en catalán y castellano en la autonomía, como la última sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña dictaminando que una escuela imparta en castellano, «aparte de la asignatura o materia correspondiente al aprendizaje de dicha lengua, una o unas materias o asignaturas adicionales que, por su importancia en el conjunto del currículo y su carga lectiva, puedan ser consideradas como principales».

Yo vivo gran parte del año en Cataluña y convivo con muchos catalanes. Allí nunca he notado esa obsesión de catalanismo. En la calle no se siente esa psicosis o manía contra todo lo español. Los que pagan las consecuencias son los alumnos. El informe Pisa es claro y la respuesta de los políticos también. La relación entre causa y efecto es evidente. «De aquellos polvos, vienen estos lodos». Pero que no se quejen. ¿De qué se sorprenden?
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