Secundino Llorente

De nuevo la selectividad: otra vez marcha atrás

13/04/2023
 Actualizado a 13/04/2023
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El Ministerio de Educación tiene muchas dificultades para implantar la nueva selectividad porque no quiere, o no puede, enfrentarse a las comunidades autónomas en la ‘prueba única’. Empezó con mucha fuerza, pero poco a poco va ‘reculando’ y dando marcha atrás en sus propuestas. Hagamos una breve historia de este asunto: El 14 de febrero de 2022 salta la noticia de que el Ministerio de Educación está preparando un cambio que facilitaría un sistema de acceso a la Universidad más homogéneo en todas las comunidades autónomas. Los luchadores «por una selectividad única» estamos de enhorabuena, porque se nos escucha por primera vez y parece que suena bien «lo que se está tramando para revisar los exámenes de selectividad».

En octubre de 2022 «el Gobierno ya tenía lista su propuesta para adaptar la prueba de acceso a la Universidad a la Lomloe». La ministra Pilar Alegría anunció que sería más fácil para los alumnos, con menos exámenes, y sustituiría a la vieja selectividad por un modelo competencial menos memorístico donde el 75 % de la nota de acceso a la universidad se lograría con una prueba de «madurez académica». Esto seguía sonando bien. Pero, cuando leímos la letra pequeña de esta ‘ocurrencia’, nos encontramos con muchas incongruencias y nos dimos cuenta de que eso era hacer algo de cara a la galería y a sabiendas de que no se va a llevar a cabo nada de lo prometido. El día 3 de noviembre de 2022, yo titulaba mi artículo semanal: ‘La nueva selectividad, un brindis al sol’. Sólo un mes más tarde, el viernes 2 de diciembre, la ministra de Educación, Pilar Alegría, en la reunión del grupo de trabajo que mantenían el Gobierno y las comunidades autónomas, se vio obligada a ‘dar carpetazo’ a la nueva selectividad por el chaparrón de críticas. Sabíamos que era insostenible e infumable, pero nunca imaginamos que desaparecería antes de un mes. Su decisión era «retrasar un año la aplicación de la nueva selectividad al no encontrar consenso». Ahí empezó su ‘marcha atrás’. Quince comunidades autónomas apoyaron el aplazamiento, mientras Madrid y Castilla y León seguían anclados en la ‘prueba única’. No tenemos el más mínimo resquicio de esperanza de que pueda haber acuerdo entre las comunidades. No vemos posible el mismo examen de historia en León y en Girona. Y esto no debería ser tan complicado porque en países democráticos como Francia, Italia o Alemania lo hacen así. Y en el Bachillerato Internacional todos los países tienen el mismo examen de historia, a la misma hora y con los mismos criterios de corrección. Pero en la España de las autonomías este es el obstáculo para una selectividad única.

El 8 de febrero de 2023, el Gobierno da a conocer un nuevo real decreto de selectividad, a cuyo borrador ha tenido acceso El País. En él se habla de algunas modificaciones expresas, como el tiempo de los ejercicios, que pasará de los 90 minutos actuales a 105, o las reglas de revisión de exámenes. Pero sobre todo sienta las bases de una transformación de más calado que hará de la Evau una prueba menos memorística, y reforzará la homogeneización de los exámenes entre las diecisiete autonomías. Esto se concretará antes del verano en una orden del ministerio de educación que sentará las bases de la nueva estructura de la selectividad, estableciendo un marco general sobre el contenido de la prueba y otro sobre los criterios de calificación que, respetando las competencias autonómicas, tendrán como objetivo ‘homogeneizar’ las pruebas, garantizar su claridad y objetividad y asegurar su equiparación entre los distintos territorios. Este Real decreto derogará la normativa del PP y adaptará la selectividad al aprendizaje por competencias de la Lomloe que da valor no a la memorización de conceptos sino a la capacidad de saber movilizarlos para resolver una necesidad. El cambio es necesario porque lo que el alumnado deba o no hacer en dicha prueba determina, en mayor o menor medida, lo que efectivamente se va a trabajar en el aula. Esta transformación será progresiva: en el 2024 los ejercicios introducirán de cada materia una pregunta competencial y en el 2025, dos preguntas. En mi opinión toda esta ‘homogeneización’ son puros eufemismos y ‘aplicar paños calientes’ que sirven para paliar o atenuar la herida, pero estas medidas no solucionan el problema de fondo: «Seguimos sin una prueba única de selectividad». Esto es lo importante, lo demás que aparece en el borrador del nuevo real decreto de selectividad es secundario y se resume a: Primero: El Ministerio de Educación da marcha atrás y elimina la polémica prueba de madurez de la nueva Selectividad. Segundo: Marcha atrás también al calendario. Se regula la prueba de acceso a partir del curso escolar 2023-2024 y habrá un «proceso temporal intermedio hasta estar en condiciones de llegar a un modelo definitivo en el cual el enfoque competencial de la prueba sea completo y el decreto no alude a plazos ni a cambios concretos. Tercero: En cuanto al contenido, los alumnos podrán elegir entre Historia de España o Historia de la Filosofía, como ocurría hace una década. Cuarto: Revisión de notas. Cada alumno podrá, sobre calificación de la primera corrección, presentar la solicitud de una segunda corrección. La calificación del ejercicio será la media aritmética de las calificaciones obtenidas en los dos correcciones, pero en caso de que haya una diferencia mayor de dos puntos entre ellas, un tribunal distinto efectuará de oficio una tercera corrección. La novedad es que la calificación será la que se otorgue en esa tercera corrección. Quinto: El que cada examen pasa de 90 minutos a 105 minutos.

En mi opinión el Ministerio de Educación va dando tumbos en este tema de la selectividad porque las comunidades autónomas no le permiten la ‘prueba única’ y sólo le queda hacer algunos arreglos o dar ‘marcha atrás’.
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