Imagen Juan María García Campal

De las horas en que no existí

31/05/2023
 Actualizado a 31/05/2023
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Aun mi apartidismo, si se considera mi tendencia política, no errará quien hoy me suponga escribiendo mientras tarareo de ‘Ya el sol asomaba en el poniente’, de Les Luthiers, la parte a la que por residencia y edad estoy acostumbrado y que, no sin humor, dice: «Ya los fieros enemigos se alejaron. / No resuena el ruido de sus botas. / Nos pasaron por encima y nos ganaron. / Nos dejaron en derrota. // ¡Perdimos! / ¡Perdimos! / ¡Perdimos otra vez!». Pero no crea que mi inexistencia durante exactamente 42 horas se debió ni a tal cántico ni a la izquierdosa debacle que me la evocó, no.

Mi irrealidad comenzó el reflexivo sábado por la tarde, a horas de publicar en una red social una viñeta del humorista argentino Tute que piensa que «la certeza es la jactancia del ignorante» y me recordó el ensayo ‘Elogio de la duda’ de Victoria Camps.

Fue pedirle a una sabia aplicación del móvil que me dirigiese a una festiva dirección en Gijón, no muy lejos de El Molinón, y comenzar mi irrealidad. Acaso, si no el aparato, sí la aplicación, o quizás ambos fuesen forofos del Real Oviedo y no estuviesen por prestar tan gijonés servicio a un carbayón –ya se sabe esto de las identidades e -ismos de varia extensión y competencia–, pero lo cierto es que, al poco, todo fue negrura, silencio y apagado y que yo, detenido, jugase al pin-pin que sí sabía: pin a la una, pin a las dos, pin a las tres… ¡PUK!, que no premio.

¡Ah temerario! ¡Ah imprudente! ¿Soy de los que, sensatos, llevan atesorados esos ocho dígitos? ¡No! ¿Y de los que, cautelosos, se saben o llevan anotados los números de teléfono, como mínimo, de las personas a las que han quedado en avisar de su arribada a puerto porque, si nada de él saben, comenzarán a suponerlo ‘estrapallau’ por cualquier lado? ¡Tampoco!

¡Ay! Es entonces cuando se te comienzan a ocurrir y a angustiar innúmeros «¿Y si…?», y te vas reduciendo a la nada hasta el punto de que, incomunicado, sientes mermar tu raciocinio y capacidad de reacción y hasta dudas de tu existencia. ¡¿Dudas?! No, ¡no existes!, hasta que, festejado y regresado a casa, algo descansado y sosegado, navegas por la internet y consigues, tras varios infructuosos intentos, que, desde el más allá, ¡por fin!, te atienda una persona que te diga y repita el salvífico PUK que, ¡ah!, te devuelve la existencia.

Mas jamás me volverá a pasar. Que ya el coche lleva un tantán y un saco de yesca, no sufran sordera mis destinatarios y tenga que hacer señales de humo. ¿Seré inútil? ¡Qué lástima de hombre!

Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!
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