Dante en el Reino

Si Dante, recién desterrado de la República de Florencia, arribara este fin de semana, al Reino de León, se sorprendería del boato regio y protocolario que trae de cabeza a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Seguramente se asustara al contemplar libélulas metálicas vigilantes que cosen el cielo en movimientos expectantes, al acecho de cualquier comportamiento disruptor.

¡Pajarracos del infierno! Clamaría desencajado el poeta. Y al punto correría a situarlos junto a las bandadas de estorninos, grullas, palomas y demás criaturas truculentas que pueblan su infierno de comedia.

Luego habría que poner al día al escritor florentino sobre las novedades de los tiempos modernos que corren y pedirle que se quedara en el Reino, quizá invitarle a asistir a la presentación de la producción literaria musical ilustrada de Eolas Ediciones y Menos Lobos en colaboración con Ediciones Universidad de Salamanca, en torno a su Comedia. De momento el Infierno ha salido del fondo de la imprenta, con sus nueve círculos, luego llegarán las otras dos partes, aseguraba Héctor Escobar, El Incombustible, y si él lo dice así se hará, así se oponga el mismo Lucifer. Los Modernos, es decir, Maxi, Conrado, y el propio Héctor, han visto así arropada su cantata pop –en palabras del prologuista del libro– José María Micó, por escritores y escritoras como Noemí Sabugal, Avelino Fierro o Susana Barragués, entre otros, que fantasean sobre el limbo, la lujuria, la gula, la avaricia y prodigalidad, la ira y la pereza, o la herejía y la violencia, el fraude o la traición.

Reverdecerían los laureles de la corona del señor Dante al escuchar los acordes melódicos de la guitarra de Maxi que combaten las disonancias del lúgubre aunque comprensible infierno dantesco.

Los que también han puesto voz a las disonancias democráticas que venimos padeciendo en el Reino desde tiempo inmemorial, han sido los más de cincuenta mil firmantes de la Asociación León Propone que han elaborado un documento remitido a la Casa Real, Congreso de los Diputados, y a la Presidencia del Parlamento Europeo, para reclamar una serie de medidas concretas con la que atajar las crisis socioeconómicas que sufren las provincias del Antiguo Reino de León y de paso combatir otro mal endémico que hasta matiz diabólico tiene en su nombre: demotanasia, o lo que es lo mismo, la muerte demográfica provocada por las políticas públicas de concentración de actividad empresarial en determinadas regiones en detrimento de otras. A ver si esas súplicas de los desterrados de la bonanza industrial y administrativa, logran ablandar a alguna de esas instituciones que han asegurado acuse de recibo, ya ves Dante, cómo andan los tiempos modernos por el Reino. Sin lágrimas no hay Paraíso.