Dicen que Rosa María Sardá fue la que mejor supo dirigir estos premios –que para muchas personas resultan un calvario infumable–. La guerra de Irak fue protagonista en la gala de 2003, liderada por Willy Toledo y Alberto San Juan, un año especialmente recordado porque la mayoría de los galardonados se convirtieron en activistas y lanzaron un discurso contra el conflicto armado en el que España se había visto envuelta solo unos días antes gracias a (o por culpa de) José María Aznar. Varias actrices también se han subido al escenario para conducirla, aunque la principal apuesta siempre hayan sido los humoristas quienes, con mayor o menor acierto, han sabido mantener al público hasta el final, desde los ‘Chanantes’ hasta los rostros más populares de El Terrat. Pese a que lo más hilarante haya sido Antonio Resines rapeando con gafas de sol y sombrero ‘barriero’.
Los Premios Goya vuelven este sábado a la pantalla y, después de un tiempo viajando por España, lo harán en Valladolid (tan cerca pero tan lejos, que escribiríamos en nuestras agendas de dedicatorias adolescentes). La gala se presenta este año controvertida, quizá un poco como siempre, y en el punto de mira. Los casos de abusos sexuales de Carlos Vermut destapados por El País hace unas semanas hacían ‘despertar’ de alguna manera al sector, aunque no mucho. La alfombra roja de otros galardones entregados recientemente ya fue una suerte de termómetro de lo que puede pasar después: desde los desafortunados comentarios sobre cuando hay que denunciar hasta las que pasan la pelota al sistema judicial.
Javier Calvo, Javier Ambrossi y Ana Belén se enfrentan también a una gala siempre reivindicativa en lo político. La ultraderecha está parcialmente al mando en la institución autonómica y el sector ya se ha mostrado crítico con ello en otras ocasiones desde la pluralidad y la diversidad que tanto parece molestar. No sé si el representante de cierto partido político que afirma que el cine español se sustenta en «chiringuitos» asistirá a la gala ostentando su gran cargo. Aunque si lo hace, ojalá que sea con bañador, toalla y sombrilla.