Créame si le digo que a La Bañeza el carnaval, su famosa fiesta por la que es conocida más allá de sus fronteras desde hace mucho tiempo y por lo que muchos llegan a la ciudad en estas fechas atraídos por los disfraces y la juerga que se vive de manera casi ininterrumpida, la supuesta fama se le está yendo de las manos. Se lo digo porque es algo que conozco de primera mano y porque he visto la trayectoria año tras año, sobre todo estos últimos en los que ha ido degenerando bastante hacia el turismo de borrachera para la gente de fuera.
Ocurre con muchas fiestas y lo de La Bañeza, por desgracia, no es una excepción. Pero dicen que cada uno se queja de lo suyo, de lo que le duele en cada momento, y ya son muchas las voces de carnavaleros de verdad que se quejan del rumbo que está tomando una fiesta reconocida y con prestigio nacional antes de que la visita de Don Carnal a este rincón leonés convertido por unos días en un basurero fuera un botellón continuo sin más atractivo que el alcohol. Entre otras cosas peores.
Ir al carnaval de La Bañeza ya es ir de borrachera dos, tres o cuatro días. Con cualquier trapo puesto encima, desde una peluca de dos euros en un bazar chino hasta un pijama de lunares, pasando por las conocidas fundas de trabajo que se visten los que nunca han dado un palo al agua pero dicen ir disfrazados de agricultor, una mochila con el bocadillo y la garrafa en la mano. La chispa de los carnavaleros auténticos se va apagando poco a poco porque tiene que ser frustrante para los que han hecho grande esta fiesta ver en lo que se está convirtiendo no sé si con patrocinio municipal pero sí con su dejadez.
Si no se acuerda le recuerdo yo que en España hay una Ley de Seguridad Ciudadana que castiga el consumo de alcohol en la vía pública con multas de 100 a 600 euros, aunque suelen ser comunidades autónomas y ayuntamientos quienes tienen la competencia de sancionar la práctica del botellón. Y siempre se puede aprobar normativa local más tajante, así que no me vale lo de mirar para otro lado. Ya se cargaron la Noche Bruja, la que nació y creció entre bañezanos, y lo del sábado ya va por el mismo camino.