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Carlos y Eduardo, corresponsales de mi barrio

06/09/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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Vivíamos encima del Bar Martínez, en un noveno piso que debido a lo empinado de la avenida hacía de nuestra casa una atalaya perfecta para amanecer mirando a La Candamia y ver el sol caer por detrás de El Teleno. Desde tan arriba era capaz de reconocer la cara de alguna chavala en el patio de las Anejas, controlaba el cambio de guardia en el acuartelamiento de Almansa y me sabía casi de memoria los coches oficiales que estacionaban en el Parque Móvil. Siempre que puedo vuelvo a mi antiguo barrio, me doy un paseo y recuerdo escenas de una época en la que fui feliz. Suelo evocar casi a ciegas el camino para comprar el pan y devolver de paso botellas vacías de Seltz. Rememoro el sonido de las campanas de la Iglesia de Renueva y aún percibo el olor a serrín procedente de Maderas Álvarez. En la calle León XIII mi tío Javier arreglaba futbolines; un poco más abajo, siendo un guaje, me gustaba observar el trabajo de un hábil carpintero al final de la cuesta que hay en Lázaro del Valle; y en la plaza Odón Alonso me esperaba Raúl, el del Albany, para liarla los sábados por la mañana. Hace poco, deambulando por aquel territorio de la infancia en busca de un protagonista para esta columna, caí en la cuenta que dos de los periodistas más ilustres de mi generación también fueron vecinos. Por un lado estaba Carlos de Vega, cuyo hogar familiar se ubicaba en Álvaro López Núñez, y del otro, Eduardo Suárez, que vivía muy cerca, en Padre Isla. El primero fue corresponsal de la CNN en Washington, el segundo de El Mundo en Nueva York, quien les escribe lo más arriesgado que hizo fue ‘cubrir’ La Omaña un verano con López de fotógrafo. Carlos era el mayor de varios hermanos con los que coincidí en Jesuitas, antes de encontrar su vocación periodística estudió Derecho en Vegazana. Eduardo iba a Maristas, sus padres eran maestros y, según contó a este periódico, su imparable trayectoria surgió en el quiosco ‘El Jardín’ de la calle Federico Echevarría. Conozco a los dos desde hace mucho tiempo, ellos a mí no y eso que les sigo en Twitter. De Vega escribió un libro titulado ‘Se alquila Casa Blanca’ y Suárez hizo lo propio con ‘La Carrera’. Ambos trazaron su propia visión de la política estadounidense, desde Bush a Marco Rubio, pasando por Obama. A día de hoy este par de leoneses dirigen dos de los cambios más profundos que vive el periodismo patrio: uno tiene la tarea de convertir al diario independiente de la mañana en una televisión por internet y el otro la de asegurarse que no hace falta papel para reabrir la redacción en la que trabajó el mítico Larra. Casi nada, queridos lectores...
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