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A cara descubierta

25/03/2024
 Actualizado a 25/03/2024
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Leí hace unos días un reportaje con poco fundamento sobre el origen, significado y costumbres en torno los capuchones o capillos que los cofrades de las hermandades penitenciales llevan en las procesiones de Semana Santa. Tampoco es que se le exigiera demasiado rigor a la publicación pero al final del artículo uno puede descubrir que es un texto pensado para que el lector haga clic en el enlace y no contar nada relevante. 

Es lo que tiene la política de cazar entradas que tienen ahora muchos medios de comunicación, donde el éxito parece que se mide en clics más que en calidad de los contenidos y a veces aparecen titulares de lo más absurdo o muy sugerentes pero que al final no llevan a nada más que a sumar una visita o tal vez pinchar en un anuncio que luego si hay compra se traduce en beneficio.

Decía el texto que su origen se remonta al siglo XV durante la época de la Santa Inquisición, cuando se colocaban estos artilugios sobre la cabeza a personas condenadas por el tribunal. También hablaba de las formas, de los nombres que reciben según la procedencia geográfica y de los colores que pueden adoptar. También hacía una mención a que unas cofradías lo usan y otras no, pero sin explicar por qué si es que tiene alguna explicación más allá de las normas internas sobre la indumentaria de la hermandad, que es lo que cuenta.

Al hilo de esto hablaba con un hermano de cofradía de las procesiones en las que se va a cara descubierta y cómo influye el llevar o no capillo en el número de hermanos que hay dispuestos a salir a la calle en función de ese detalle. Las conclusiones me las ahorro porque si usted observa estos días, las podrá sacar sin ningún problema. 

Sí le diré que muchos pensamos que las procesiones en las que los braceros y hermanos de fila van con la cara descubierta, sin capuchón ni capillo como parte del hábito, son un verdadero peligro. Entre otras cuestiones por el riesgo que corren de volverse eternas, alargando su duración en el tiempo aunque el recorrido sea el mismo porque a la gente que va dentro le encanta saludar, sonreír a las cámaras y convertir la procesión en un espectáculo.

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