09/05/2024
 Actualizado a 09/05/2024
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La prostitución de la palabra y la naturalización de la mentira ha llegado al paroxismo con la penúltima treta –habrá más, puede darlo por hecho– del presidente aviador, que seguirá tomándonos por imbéciles y tratará de ignorar que el mundo siguió girando durante sus cinco días de retiro espiritual y teatral y que en realidad nadie le creyó. «Ni con agua hirviendo» era la frase más repetida mientras veíamos la película de suspense que se montó el inquilino monclovita. Y lo fue incluso entre muchos de los que en realidad ansiaban el final escrito por quien sin duda es un maestro de la intriga y el trilerismo político, ideal por tanto para embaucar a una sociedad lanar que vuelca todas sus iras a la hora del café antes de ir a trabajar o que va muy a gusto en la burra con sus ayudas perpetuas –al margen de que realmente sean necesarias o no– y sus apaños bajo cuerda. ¿Qué razón puede haber para que –con los niveles de paro que aún hay en esta nuestra vieja y maltrecha piel de toro– la mayoría de las empresas no encuentren gente para trabajar? La respuesta es clara: no es que no haya gente para trabajar, sino que la gente no quiere trabajar si puede vivir al amparo de la ley del mínimo esfuerzo y con la paga asegurada gracias al bolsillo del vecino.

Si es usted de los que se tragó la película del presidente aviador, estará pensando ya que las letras que acabo de juntar son un bulo, palabra que tendrá que reajustar su definición en el diccionario para pasar a ser cualquier afirmación que esté en contra de lo que piense uno mismo. Como si fuéramos bueyes con anteojeras tirando de un arado, como si el pensamiento crítico –que consiste en analizar la consistencia de los razonamientos que leemos o escuchamos– se hubiese esfumado desde aquella alocución presidencial en la que hasta la primera frase era falsa y en la que el maestro del bulo culminó la utilización de un bulo para erigirse en perseguidor de todo aquello que a su juicio sea un bulo.

Pero bulos ha habido siempre y los seguirá habiendo (la cantinela de que cuando el PSOE gobierna a León le va bien es claro ejemplo de ello), aunque suele pasar que, como con los pedos, el que primero lo huele debajo del culo lo tiene. 

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