Imagen Juan María García Campal

De Bocamar a Busmayor

09/08/2023
 Actualizado a 09/08/2023
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Escribo desde mi Bocamar de respiro y retiro. Contemplando, aun sea desde orilla enfrentada, el cadencioso ir hacia la mar del río Melsos, ese que, sin nombrarlo, inmortalizó mi tan admirado Ángel González en su amoroso poema ‘Por aquí pasa un río’; fascinado por el graznado vuelo, ora batido ora planeado, de unas gaviotas, acaso descendientes de ‘Las lentas, altas gaviotas’ con que igual hizo el maestro en su ‘Son las gaviotas, amor’, ambos de su ópera prima ‘Áspero mundo’.

Y escribo contento por saber de una nueva, la decimoquinta, celebración de ‘Versos en el Hayedo de Busmayor’; de una nueva, para mí, jornada de escuchante aprendizaje. ¡Cuánto maestro ha dejado allí el eco de sus poemas, la resonancia de sus enseñanzas! ¡Cuántos bisoños escribidores no habremos aprendido algo en tan poético encuentro!, mientras todos –público, maestros y aprendices– vemos y gozamos de cómo, poéticamente, se hermanan palabra y paisaje. Paisaje al que, cual hecha a medida, se ajusta la segunda acepción fijada por la RAE para dicho término –«Espacio natural admirable por su aspecto artístico»– y a la que el Hayedo de Busmayor, sin duda, da esplendor.

Sí, escribo regocijado por el regalo que el próximo sábado, a partir de las cinco de la tarde, será escuchar el vital declamar de Nuria Antón, el sereno de Ester Folgueral, el profundo, cadencioso de Carmen Busmayor, ‘mater’ de tan poética y jubilosa jornada, de tan enriquecedor encuentro. Y sí, lo hago también más que agradecido por el recuerdo que Carmen y Santiago Asenjo, coordinadores del acto, han tenido de este no poeta, sino «incurable aprendiz de escribidor» de renglones cortos, para esta XV edición.

Y así, un año más, ojalá este sin extravío que me agobie ni abrume a otros con prisas si no urgencias, me acercaré al Hayedo de Busmayor. Y sí, lo haré como ya escribí: «Subiré despacio y en silencio / como peregrino que reza y agradece / su última y nutricia etapa a un templo / de la vida, la hermosura y la palabra. // Robaré bellezas cual manzanas fuesen. / De ellas me alimentaré en ásperos días. / Mudas sabidurías beberé de sus árboles. / Aliviaré mis miedos en su vivaz reguero. // Callados aleluyas a la existencia cantaré. // Seré sentidos abiertos, / seré un hombre asombrado, / temeroso por tanto privilegio. // Y sin embargo no iré solo: / todos mis ancestros y amores y amigos / de todo tiempo y hora y vida conmigo irán. // De cortos renglones pretenderé la roja rosa / que al Hayedo ofrende en su Ara de los poetas».

Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!

 

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