Dirigir un banco
y apellidarse Botín,
parece el colmo de un chiste.
En la calle,
el anciano pugna con el cajero.
Búsquese la vida,
le sugirió un tipo trajeado.
Sopla un aire boreal
y le lloran los ojos:
le deslumbra la fosforescencia
helada de la pantalla.
Conmueve su trémulo tesón.
Animal manso
inclinándose en el río,
pese a presentir
la sombra de las alimañas.