Imagen Juan María García Campal

Aviso: a mí, las flores, en vivo

01/11/2023
 Actualizado a 01/11/2023
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El sábado, tuve la grata experiencia de, junto a la poeta Sara Otero y al escritor y vecino de página Xuasús González, participar en la Noche de Ánimas que organiza el pueblo de Villalfeide (¡inmensa gratitud!), y porque, como dijo Ángel González, «…para que mi ser pese sobre el suelo/ fue necesario un ancho espacio/ y un largo tiempo:/ hombres de todo mar y toda tierra,/ fértiles vientres de mujer, y cuerpos/ y más cuerpos, fundiéndose incesantes/ en otro cuerpo nuevo…» algo así dije al paso de su ‘Güeste’, a los presentes: «¡vivos moribundos! Que no otra cosa somos desde el nacer. ¡Escrito está!: para amar con pasión la vida, no se debe temer a ¡La muerte!

»Pase pues o siga marcha, de esta pagana Güeste, la cruz a la que dicen santa, tan amiga de miedos y de calvarios. Y deténganse las ánimas en pena o en paz. Que los espíritus de nuestros muertos son. 

»Sí, deténganse estas almas en paz o en pena. Que son las de a quienes invocamos, en tiempos de tribulación, en busca de consejo o de consuelo. Sí, deténganse estos espíritus en pena o en paz. Que son las de quienes recordamos en tiempos de éxito o contento. Sí, deténganse estas esencias en paz o en pena. Que son las de quienes a los que siempre, por este aquí estar, hoy, deberíamos rendir gratitud cada amanecer y cada noche. Sí, deténganse estas sustancias en pena o en paz. Y agradecidos, celebremos con ellas, ¡esperanzándolas!, que, si de ellas venimos, hacia ellas vamos.

»Porque, ¿quién me asegura que esa ánima no es la de la mujer de la que heredé la fortaleza; o que ese espíritu no es el del hombre del que recibí la ternura; quién que aquella alma no es la de la abuela que me dejó ser niño hasta hacerme hombre, quién…? ¿Quién dijo miedo? ¿No vemos, no escuchamos que lo que quieren estos espíritus es encuentro y es memoria? Nuestra diaria honra y buen recuerdo.

»¡Alegraos ánimas!, que aquí estamos; y resígnate tú, muerte, a no haber logrado aún tu eterno fin. Pues aquí las tienes a ellas viviendo en la memoria nuestra y aquí nos tienes a nosotros sin miedo alguno de ir hacia ellas pues será ese nuestro último y vital acto. Rindámosles pues a ellas, ánimas nuestras, la eterna gratitud por este haber hecho que nosotros, los aquí en su memoria reunidos, ¡hayamos vivido! ¡Vivamos! 

»Así, mientras parten y por siempre: ¡Paz a las ánimas! Y, por moribundos que seamos, ¡Salud a los vivos!».

Eso sí, se me olvidó decir que, a mí, las flores, en vida. Y aviso: aun muerto, sí que, a devolverlas, del más allá regresaré.

Buena semana hagamos y ¡Salud!

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