Secundino Llorente

Atajos eficaces contra la lacra del acoso escolar

08/02/2024
 Actualizado a 08/02/2024
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El acoso escolar sigue haciendo estragos en los colegios. En España no existen datos oficiales del porcentaje de alumnos que sufren acoso, el único dato disponible es el que figura en el informe Pisa elaborado por la OCDE que en la edición de 2018 reflejaba que el 17 % de los estudiantes de 15 años lo ha sufrido en alguna de las etapas educativas. Continuamente vemos en medios de comunicación casos de acoso escolar, cada vez a edades más tempranas y con más violencia. Esta violencia psíquica y física ha comenzado a crecer exponencialmente en muchos centros escolares disparando todas las alarmas. Desgraciadamente, hoy en día, el problema del acoso escolar es cada vez más frecuente en la realidad educativa española. Con este panorama, no nos queda otro remedio que aplicar en colegios e institutos programas para erradicar el deplorable acoso escolar. Se buscan fórmulas para atajarlo. Varias universidades españolas se han unido para trabajar este proyecto:  «Predictores del ‘bullying’ y la victimización en la escuela: un acercamiento desde las redes», desarrollado con 3.700 alumnos de primero a cuarto de la ESO, entre 11 y 16 años, y de dieciséis centros educativos. El estudio pretende demostrar que los grupos de amigos en el aula sirven para eliminar situaciones de acoso. Cuanto más unidos estén los alumnos y cuantos más amigos tenga un niño en el aula, menos riesgo tiene de sufrir hostigamiento. Por otra parte, los acosadores siempre se apoyan y acumulan el máximo número de amigos para sentirse superiores al acosado. El acosador quiere tener espectadores y éxito, por eso escoge al compañero que vea más desamparado y sin amigos. Estos acosadores, con apariencia de valientes, en el fondo son muy cobardes y no quieren una situación de igualdad, sino una víctima solitaria y sumisa, a la que sea fácil hacerla sufrir. Este estudio forma parte de un proyecto pionero llamado ‘TeensLab’ de las universidades: Loyola, Universidad de Barcelona, Carlos III, Granada y Universidad del País Vasco, que se unen para investigar sobre el comportamiento de los adolescentes. 

Todo lo que hagamos para evitar que un niño sufra porque su compañero disfruta viéndole sufrir, ‘sea bienvenido’. Pero la conclusión de este trabajo parece demasiado evidente. Todos sabemos que el niño que se siente arropado por sus amigos en el aula tiene muy pocas posibilidades de sentirse acosado. Eso puede ayudar a los tutores a crear un buen ambiente de amistad en el grupo sin que nadie se quede fuera de juego. Me recuerdo que, a principios de los años 90, la empresa Zumosol lanzaba un exitoso anuncio de televisión en el que aparecía un niño pequeño que era acosado por otro de mayor tamaño. Al verse acorralado, el pequeño amenaza al acosador con llamar a su primo para que le diera un escarmiento. El acosador ‘pasa’ de las amenazas. Hasta que un día el acosado cumple lo prometido y aparece su primo, un muchacho corpulento de 2 metros, que puso fin al conflicto en el acto y para siempre. Los amigos en el aula siempre son para el acosado como «el primo de Zumosol».

Muchos sábados y domingos sigo el programa matinal de radio nacional ‘No es un día cualquiera’, de Pepa Fernández. Hace unas semanas intervino en el programa el gurú de la educación en España, José Antonio Marina que nos pedía a los oyentes que expusiéramos alguna experiencia que nos hubiera proporcionado resultados positivos para evitar el acoso escolar. No pude hacerme el sueco a la pregunta: ¿Qué podíamos hacer para evitar esta lacra? Y respondí contando nuestra experiencia:  Nosotros pensamos que el culpable del acoso es el silencio. Si los acosados no denuncian y los espectadores se callan, los agresores triunfarán siempre. «El acoso se alimenta de silencios y se muere cuando se le descubre». Ciertamente, el acoso finaliza a los cinco minutos de ser conocido por el equipo directivo. Lo importante es romper el silencio y encontrar un atajo fiable para descubrir el acoso. Denunciar cualquier corazonada, sospecha o indicio de acoso escolar puede ser el principio de la solución de un grave problema. En nuestra experiencia directiva tenemos que agradecer la ayuda de las juntas de delegados. Es muy importante que los tutores preparen a su grupo para que salgan elegidos como delegados los mejores alumnos. Si estos delegados son listos, se darán cuenta rápidamente del acoso a cualquier compañero, se lo comunican al tutor o director y problema resuelto. Así de fácil y sencillo. Mimábamos a esos cincuenta delegados con todo lo que podíamos para hacer ‘piña’ con ellos. Merecía la pena este mimo para ganar su confianza. Con ello ganábamos todos. «Adiós al sufrimiento de tantos y tantos alumnos». 

Agradecemos a José Antonio Marina por aplaudir y dar a conocer nuestra idea en toda España a través de la radio. Todo lo que hagamos para que un niño no sufra por acoso merece la pena y siempre será poco.

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