22/04/2023
 Actualizado a 22/04/2023
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Aún no ha empezado oficialmente la campaña de las Municipales, pero su cercanía primaveral se huele en el aire. Se inauguran parques, circulan nuevos autobuses eléctricos y saludables por la ciudad y los eventos se irán sucediendo en un suma y sigue que inundará portadas de periódicos en nuestro León y en toda España.

De momento conocemos las listas y los candidatos. Ahí nos las dejan publicadas para hacer boca e ir pensando. La cuestión es que, tanto en términos municipales como generales, no se capta entusiasmo en una población que, inmersa en sus propios problemas, en el fulgor de esta veraniega primavera o entregada a otras pasiones, la política le sabe más bien a desencanto.

Se respira apatía en este tema, desde cualquier espectro. Los ciudadanos ya no sienten que los políticos sean capaces de cambiar el mundo. Es cierto que no podemos responsabilizarlos de todos los males y bienes que acontecen en nuestra realidad. Nosotros mismos hacemos el cambio, con nuestra actitud y nuestros granitos de arena, somos responsables de todo cuanto pueda sucedernos, pero ellos tienen herramientas que podrían ayudarnos y la sensación, el pulso en la calle, no es alentador, es apático. Estamos cansados de ir a votar y que los problemas graves no se solucionen. No confiamos en esas cabezas de lista y estamos hartos de ver cómo sus asesores tampoco destilan sabiduría ni originalidad.

Las obras públicas funcionan a nivel electoral, lo saben ellos, lo sabemos nosotros, pero no bastan para levantar una ciudad. ¿Qué pasa con la ingente y creciente cantidad de locales cerrados? ¿Qué hemos hecho para luchar contra la despoblación en zonas de interior? Porque mesas en torno a ello existen, pero quienes en ellas se sientan deben ser burócratas sin imaginación. Tendrán que poner los candidatos más entusiasmo si quieren que nos movamos del sillón, porque la pereza se está incrustando en el ánimo y nada es más peligroso que el estatismo.
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