Imagen Juan María García Campal

Alrededores de mérito

03/05/2023
 Actualizado a 03/05/2023
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Se ha ido mi abril de abriles y ha llegado el mayo en que es, como dice el anónimo Romance del prisionero que cantó Amancio Prada, «cuando hace la calor. / Cuando los trigos encañan / y están los campos en flor» y se inaugura con la fiesta de los trabajadores, esos hombres duros que, como Robert de Niro educa a su hijo en ‘Una historia del Bronx’, tienen el valor de «madrugar cada día y vivir de su trabajo» y son los realmente meritorios, los cotidianamente dignos de premio o galardón.

Y por esto quiero hoy hacer mérito, mención, por su alfabético orden de los otros cuatro términos que en sí contienen la palabra ‘mérito’ en su sentido de «acción o conducta que hace a una persona digna de premio o alabanza» o «valor o importancia de una persona o de una cosa» que fija la RAE.

Y así, vemos como a ambos sentidos se refiere el vocablo ‘benemérito’ del que ya algunos de sus sinónimos –loable, elogiable, digno, estimable…– nos indican la talla de la persona, cosa o acción a que se refiera. «Es benemérito para cualquier oficio, y dará buena cuenta» dejó anotado un escribano en la ‘Relación de méritos y servicios’ que don Miguel de Cervantes presentó en petición de merced regia.

Mas, ¡ay ‘demérito’!, término real y previo al de ‘emérito’, hoy poco usado por forzada amnesia y, nunca mejor dicho, por arte de ‘birlibirloque’ (palabra de origen caló, resultante de la unión de otras dos –birli y birloque– que originariamente significaba «ladrón que roba») que hoy realmente se entiende como «el arte de birlar, hurtar o estafar de repente, por sorpresa, con destreza y maestría».

Por su parte, emérito, es voz, como siempre conocí, «especialmente dicha de un profesor que se ha jubilado y mantiene sus honores y alguna de sus funciones» aunque hoy, como lo real siempre vence a la quimera, constatemos malabarísticos saltos alfabéticos en su atribución, aun sea de manera inmune o, cuando menos, irresoluta.

Y qué decir del término ‘inmérito’, inmerecido o injusto. No se me ocurre ejemplo más palmario que la reciente decisión del gobierno del impío Sánchez –¿será ahora beato?–, no de profundizar en la aconfesionalidad o laicidad del Estado, sino de (¡toma ya filocomunismo!) extender los beneficios fiscales que, sin pecado ni mala conciencia, goza, disfruta y place la Iglesia católica a la Iglesia Ortodoxa, la Unión Budista, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y los Testigos de Jehová. ¡Ay Constitución!

Mayo, y yo, con estos pelos, jugando con las palabras.

Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!
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