La mesa del comedor es la protagonista en los últimos días de diciembre. También lo es la del restaurante. Protagonistas en los reencuentros y en las buenas noticias. Tambiénen los momentos incómodos o en las situaciones donde inevitablemente impera la tristeza.
Supongo que estos días no he podido parar de mirar alrededor y pensar que, aunque muchas cosas hayan cambiado, otras tantas siguen intactas. Mi abuela se sigue haciendo la interesante cuando nos da la propina de Navidad y mi primo aún piensa en «liarla parda» durante las fiestas. En la mesa seguimos hablando de cómo nos ha ido el año, de los últimos viajes o de las promesas de quedadas que haremos en los próximos meses. Vaya por delante que, muchas de ellas, quizá no lleguen a suceder.
Alrededor de la mesa también hay ausencias. Multitud de mensajes de ánimo llegan en esta ocasión para aquellas personas que no van a pasar estos días como les gustaría. Lo que es tremendamente doloroso. O que directamente no les gustaría vivirlos como se ven con la obligación de hacerlo. Algo muy frustrante. O que se irían a disfrutar de los últimos días de diciembre dentro de una cueva. Totalmente lícito. Porque, como acabo de ver justo antes de ponerme a escribir esta columna, «el Grinch no odiaba la Navidad, odiaba la hipocresía de la gente».
Falsedad que se ha colado en las reuniones viendo el belén de Belén de este año o cómo el hastío aumenta ante los bombardeos en distintos lugares del mundo. ¿Cuánto dolor estamos dispuestos a soportar en los que se supone son momentos de unión, ilusión y celebración? ¿Existe la empatía que nos haga salir de nuestra burbuja de brindis y espumillón? Respuesta complicada.
Lo importante, quizá, sea no dejar de mirar alrededor y vivir estos días con consciencia y conciencia. Observar y disfrutar. Brindar y reflexionar.
Sobre lo sencillo que es a veces vivir las ausencias a este lado del planeta. O lo fácil que es mirar hacia lo que en casa aunque parezca lo mismo de cada año, porque seguramente no lo sea. Que en los últimos días de diciembre, siempre echemos la vista alrededor de la mesa.