Imagen Juan María García Campal

Agria efeméride constitucional

06/12/2023
 Actualizado a 06/12/2023
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Nunca pensé que, a la suerte de escribir para ser publicado el día del cuadragésimo quinto aniversario de la Constitución, llegaría con tal desilusión política acumulada. Y si hoy lo hago, más que por alegría celebratoria –que aun así también– lo hago porque albergar decepción sería lujo que ni puedo ni quiero permitirme, pues sería como abrirle las puertas a la resignación y sentirme cómplice de aquella por repulsivo silencio.

No, ni en los más adversos y difíciles años vividos al amparo constitucional, nunca pensé que se me iba a casi agriar tan democrática fecha teniendo un gobierno que se dice progresista, aun cuando más parezca provisional por la alta dependencia que tiene y tendrá de votos, no solo de unas derechas tan rancias y egoístas como las que permanecen en clara oposición, sino, a mayor y peor interés, nacionalistas e independentistas. Y omito a las presuntas izquierdas pues, en esta tesitura, no veo compatible ser de izquierdas, universalista, y a la vez nacionalista independentista. Y sí, se me podrá decir que casi todos los gobiernos habidos hasta hoy han precisado su apoyo para gobernar, pero también se me reconocerá que ni nunca estuvieron tan exigentes ni, aún menos, sus actos y palabras siembran menos confianza en ellos.

No, nunca llegué a pensar que, ya en vivencia septuagenaria, iba a ver a dos partidos constitucionales negociando no sé qué afrentas a la igualdad del común de conciudadanos de la Nación fuera de nuestras fronteras y con verificador internacional entrambos. Claro que, a lo peor, es que estamos en fase de descolonización o pacificación y no me he enterado.

Ni menos aún pensé que, leída y releída la propuesta de ley de amnistía, tras esa fantasía que reescribe la historia de lo visto y escuchado durante años con mis propios ojos y oídos, resonasen gravemente las campanas de la memoria y de la conciencia, sin perdón, de clase.

Y ya ven: de nada les valió justificar tales pactos con las derechas nacionalistas e independentistas con que, si no, gobernarían PP y VOX. No, todos sabemos de democráticas incompatibilidades con VOX. No, además siempre quedaban las urnas conquistadas con la Constitución y así, no hubiera llegado a convertirse ese fantasma agitado en hecho factible. No, no somos infancia, somos ciudadanía. ¿Cuándo se enterarán?

Mas aún así, mantengo mi confianza en el Tribunal Constitucional y sigo, izquierdista jacobino, buscando y encontrando «razones contra la resignación». 

¡Salud! Buena semana hagamos y tengamos y ¡Viva la Constitución!

 

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