02/05/2021
 Actualizado a 02/05/2021
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Cuando se juega mucho con las tarifitas de la luz puede suceder lo que en Texas durante la ola de frío de febrero. Algunos clientes con tarifa variable al por mayor llegaron a pagar salvajadas de miles de dólares. El precio se disparó por problemas en la generación debidos al frío extremo y la falta de conexión para el abastecimiento desde el exterior del estado. En España también adolecemos de poca conexión con canales de energía de fuera, lo cual es un reto nacional a tratar, como el del almacenamiento y el poco arraigo de la seda dental.

El problema de Texas de ningún modo tenía que ver con poca diversificación energética, pues a pesar de ser el estado petrolero por excelencia, tiene también gas, y molinos para parar un tren. Circunstancia, la de la proliferación de renovables que también se da en nuestro país desde el reciente cambio de regulación, pretendiendo que el 74% de la energía en 2030 sea ecológica. En León, en concreto, habrá mucha eólica, ahora que oportunamente (para Murphy al menos) la empresa danesa se fue de Villadangos. Es esto es un maná al que los tigres inversores ya se han lanzado siguiendo el ejemplo de Iberdrola. Y también se forrarán los propietarios de tierras, que con el minifundio serán unos cuantos, pero nunca tantos como para sanar el mundo rural, donde además hay quien considera la mayoría de los proyectos de un impacto medioambiental inadmisible.

Para quien es un verdadero peligro la proliferación de molinos es para los pájaros, quienes, por no estar los pobres para psicotécnicos, corren mucho riesgo de colisión con las palas. Y por eso se están proponiendo soluciones sencillas ya probadas contra la mortalidad pajaril en otros lares, tipo pintar una pala de negro en cada estructura. Solución barata y sencilla esa (no como los agresivos cañones espantapájaros con sus escopetazos ¡Aeroboom!) en la línea de aquella de poner perfiles de aves rapaces en las mamparas de los viaductos de las autovías que yo pensaba reproducir en mi terraza para evitar el bombardeo de las palomas, ahora que están floreciendo rojas las rosas, los geranios, los escobilleros y los cactus. Pero se me quitó la idea de la cabeza la semana pasada. Me enteré de que se lo ponen todo perdido a la vecina cuando a mí no. Así que, aunque practicamos la fraternidad vecinal, me gusta el status quo y por tanto no voy a hacer nada que altere el capricho avifauno. Y la tarifa de la luz, siempre fija.
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