06/05/2023
 Actualizado a 06/05/2023
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Hay despedidas tan llenas de amargura y culpa que nos hacen desear tener el poder de regresar las agujas del reloj a un pasado tan lejano como incierto. Asínos sentimos la semana pasada cuando la joven gijonesa Claudia González, de 20 años, decidió poner fin a su vida lanzándose a las frías aguas del Cantábrico desde el cerro de Santa Catalina. Antes de decir ‘adiós’, Claudia dejó escrita una carta dirigida a sus acosadores, pues esta joven había sido víctima de acoso escolar en el Colegio de la Asunción.

Según fuentes oficiales, el infierno llegó a la vida de Claudia cuando tenía 15 años y cursaba estudios en este centro. Duró años, quizá no se terminó nunca, y no se circunscribía al entorno escolar, sino que los oscuros tentáculos del ‘bullying’ ejercido por algunos de sus compañeros se extendían a los comentarios que realizaban en redes sociales.

Tiene que ser un auténtico horror sentirse tan perseguida, tan humillada, tan burlada como para decidir poner fin a tus días cuando tu vida está en flor. Su familia y amigos aseguran que, a pesar de estar sumida los últimos años en una severa depresión, Claudia luchó hasta el final por superar sus traumas. Practicaba artes marciales, tenía novio, cuidaba de animales abandonados e intentaba motivarse para sumar las fuerzas necesarias que la obligasen a levantarse de la cama cada día.

La Fiscalía y el Principado aseguran que investigarán el caso y llegarán hasta el final. El colegio está que arde porque los comentarios negativos no se han hecho esperar. Se dice que nunca tomaron medidas realmente firmes contra los presuntos acosadores, que desde hace años el aire que allí se respira está muy viciado, que es un ‘colegio para pijos’ en el que otros alumnos se sienten desplazados y fuera de lugar. Claudia señala hijos de famosos con muchos seguidores. ¿Hasta cuándo dejaremos de criar monstruos soberbios? ¿Para cuándo el respeto y la dignidad?
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