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Acordarse de avisar

15/04/2024
 Actualizado a 15/04/2024
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En Francia, como en España, no pasa nada si alguien no puede acudir a una consulta médica previamente concertada, sobre todo las que se dan con meses de antelación. Lo suyo es acudir, que para eso se ha pedido la cita, y si no es posible ir la educación dice que hay que avisar con tiempo suficiente al centro de salud, a la clínica o al hospital para que puedan llamar a otro enfermo y que otra persona pueda ocupar ese hueco que ha quedado libre. Lo dicen la educación y el sentido común, que a veces parece que fallan.

La cuestión es que en el país vecino se habla de no sé cuantos millones de faltas de asistencia al año y para aligerar esas cifras se plantean cobrar al paciente cinco euros por cada plantón al médico, una cantidad banal si se tiene en cuenta que el precio de la consulta es de cincuenta o de ahí para arriba si se trata de un especialista, si hay pruebas diagnósticas de por medio o si es una intervención quirúrgica, que también hay gente que lleva meses o años esperando por una operación en una lista de espera que critican a diario pero cuando les toca resulta que no les viene bien porque es Navidad, Semana Santa, las vacaciones de verano o cualquier otra fiesta más divertida que estar en el hospital. 

Este sistema de pretender cobrar a los que ya no están tan malos y por eso no van al médico, porque se supone que si estuvieran mal irían, es parecido a lo que sucede en algunas zonas con las reservas de los restaurantes, donde cobran a los clientes una especie de fianza por si en el momento de ir a sentarse a la mesa cambian de intención y se meten en el local de al lado porque les llama más la atención el ambiente al llegar o al final van a otro lugar.

Es evidente que si a un restaurante que tiene preparada una mesa para diez le dan plantón, las pérdidas por no ocupar esa mesa son bastante mayores que los 50 o los 100 euros de la reserva, pero al que ha pagado sin ir a comer esos cincuenta euros no se le va a olvidar llamar por teléfono si le ocurre algo y finalmente no va a poder sentarse a comer donde se han tomado la molestia de poner su nombre a una mesa.

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