Te quise ver una noche,
pómulos altos,
boca lenta,
tus labios mordiendo agua de otros labios.
Había llegado a León
para recitar unos versos,
y mecía en los bolsillos
una luz enferma.
No me atreví a cruzar la calle,
tristemente,
no me atreví a llamarte:
como esos hombres que,
después de naufragar,
después de rezar,
no consiguen abandonar,
jamás,
los camarotes del olvido.
14 F
11/02/2023
Actualizado a
11/02/2023
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