11/02/2023
 Actualizado a 11/02/2023
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Te quise ver una noche,

pómulos altos,

boca lenta,

tus labios mordiendo agua de otros labios.

Había llegado a León

para recitar unos versos,

y mecía en los bolsillos

una luz enferma.

No me atreví a cruzar la calle,

tristemente,

no me atreví a llamarte:

como esos hombres que,

después de naufragar,

después de rezar,

no consiguen abandonar,

jamás,

los camarotes del olvido.

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