Montserrat: "Matarla desde luego que la iba a matar, eso como hay dios"

La autora confesa del crimen insiste en que no se arrepiente de haber matado a Isabel Carrasco. Su hija, Triana, cuenta que cuando salga le gustaría montar un bar en León (Parte II)

Susana Martín
15/05/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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Domingo, 8:30 de la mañana. Centro penitenciario de Mansilla de las Mulas, a un cuarto de hora en coche desde León. Han pasado ocho días desde la primera visita a prisión. Ocho días en que todo cuanto hablamos en el encuentro de la semana pasada no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza. Incapaz de olvidar todas aquellas frases: «Llevo dos años en la cárcel por la puta cara», que soltó Triana. O el «Había que cargársela porque era una mala persona» de Montserrat, su madre, al hablar de Carrasco, la mujer a la que mató un lunes 12 de mayo de 2014 a plena luz del día, en el centro de León.

Repasando las declaraciones de ambas en el juicio que en enero y febrero se celebró en la Audiencia Provincial de León, la lista de interrogantes no deja de crecer.

– ¿Por qué están aquí ésas que visitas?      – Por un asesinato. 
Y entonces los rumanosse miran y dejan de hacer  preguntas
 Hoy, al entrar en prisión, el lector digital no logra reconocer mi huella, así que me piden el DNI. «¿A quién viene a ver?», pregunta el funcionario. A Triana y a su madre. Me mira de arriba abajo. «Pase por el arco de seguridad». Pita. Y otra funcionaria dice que me quite el calzado. Pita el arco de nuevo. Me pasan la ‘raqueta’ por todo el cuerpo –parece una espada láser– y vuelve a pitar. «¿Lleva un móvil?». No.

Y en cuanto llega una familia rumana  (algunos ya estaban la semana pasada), se olvidan de mí. «Venga, dentro».
Montan bulla los rumanos porque el funcionario les advierte que una de las chicas no está en la lista de autorizados para entrar, y ellos gritan que vienen de Sevilla, y que sólo por una vez, y que por favor... Y después de unos minutos de voces y discusiones llega otro funcionario y les deja pasar. «Que sea la última vez».

Ya en la sala de espera, la chica ‘sevillana’ se arrima y me cuenta que es gitana, de Rumanía, que vive en Ponferrada y viene a ver a su madre presa. «¿Tú eres gitana?», me espeta el chico que va con ella. No. «¿Eres abogada?». Tampoco. «Pues ya te vi aquí el domingo y también llevabas un cuaderno en la mano...».

– ¿Por qué están aquí ésas que visitas?
– Por un asesinato.

Y entonces se miran y dejan de hacer  preguntas. Me levanto y doy vueltas por la sala. La lámina  de Kandinsky, las sillas rojas, el tablón de anuncios y poco más. Y enseguida llegan dos funcionarios para acompañarnos al módulo de Comunicaciones. Un pitido al abrirse la puerta. La pasarela. Otro pitido y otra puerta. Un patio al aire libre. Y el módulo. Más puertas, más pitidos. Y al fin, los locutorios. Triana y su madre ya están en el 10, sentadas y sonrientes, hoy no tan abrigadas.

El novio de Triana¿Por dónde empezar a preguntar? Por el final de la anterior conversación, cuando Triana relató emocionada –y a ratos abatida– una relación sentimental con «un alto cargo del PP de León», que asegura que se prolongó «durante muchos años». Montserrat, autora confesa del crimen : "¿Arrepentirme? No. Pero lo hubiera hecho bien, que es distinto" Para llamarle a él tenía el móvil de prepago que llevaba el día de su detención, cuenta, y recuerda sus viajes juntos, con regalos, hoteles de lujo y champagne Dom Perignon incluidos... Triana dice sentirse «muy decepcionada»: «Mírale ahora...».– ¿Estuvieron juntos años, hasta el día del asesinato, aquel 12 de mayo de 2014?– Sí, muchos. Prefiero no decir cuántos.– Y todos esos años, él casado...– Bueno... Sí, no se entiende nada… Yo si estoy con una persona…– Y dice que él la quiere.– Sí que me quiere. Pero aisladamente, pero le importa más el tema social. Y fíjate, nadie pensó: pobre niña, ¿qué pasó?…– Cuenta que era su novio, muchos no lo creerán. ¿Para él, eran pareja?– Visto esto, qué puedo pensar… Una doble moral… No es el único caso que hay en el PP, ni mucho menos. Y muchas otras cosas muy feas…Triana recuerda los viajes con su novio: con regalos, hoteles de lujo y champagne. Está decepcionada: "Mírale..." – ¿Y aún le quiere?– Yo no me puedo creer que si estás en privado con alguien y una mirada lo dice todo, pues le quieres, eso no se puede forzar… Si estás con alguien y eres feliz, se nota.– Y dice que estaba casado y tenía una relación con usted,  pero con nadie más…– No, sólo yo, eso fijo.– Sigue sin decir el nombre de ese señor, sólo que es «un alto cargo del PP de León»... ¿Lo dirá?– (Agacha la cabeza y se pone seria).– Pero cuando habla de él se le cambia la cara y sonríe...– Se quita pero no se quita. Yo creo que cuando quieres así, no se quita... [Montserrat le dice algo, no se escucha] Mira, una cosa: mamá quiere saber qué te dicen nuestros más amigos del partido de nosotras. ¿Piensan que me merezco estar aquí? ¿Qué les pareció a ellos la sentencia del jurado? [Entre «sus amigos», cita a varios altos cargos del Partido Popular de León].– Bueno, nadie sabe que estoy aquí… No he hablado con ellos del tema. Y no creo que vayan a contar lo que piensan de un tema tan delicado a una periodista…– Pero es que vamos, matan a una niña china y les ponen 15 años [se refiere al caso de Asunta Basterra: sus padres fueron condenados a 18 años de cárcel], y mamá, que hizo una cosa por mí para que yo no me suicidara…– Su abogado ha pedido el traslado de prisión para ambas. Su madre dice que estarán mejor en cualquier otra cárcel, pese a estar más lejos de sus seres queridos...– Si no nos lo conceden, pues contaré cosas que pasan aquí y que son hasta ilegales, porque así no nos pueden tener. Se pegan dos gitanas en el módulo 7 [de respeto, un módulo con más comodidades], hasta con los ojos morados, y nada, allí están… Y a nosotras, mira dónde nos tienen y los negativos que nos ponen porque sí… Nos ponen partes para dar mala imagen por cosas que no han sucedido... Yo no miento, yo no mentí nunca, ni en el juicio...¿Qué ha sido lo peor? La injusticia. El querer tapar  la maldad, y cómo están poniendo a mi mamá Triana rompe a llorar, desconsolada. Se tapa la cara con las manos y no es capaz de articular palabra, aunque lo intenta varias veces. Su madre baja la mirada. Qué silencio tan incómodo, cómo romperlo...  Y después de unos segundos, quizá minutos, vuelve a hablar, mostrándome algunos recortes de periódicos: «Mira lo que me han puesto en algunos medios… Están locos… Pusieron que somos sicarias, ¿pero estamos locos? Se les fue el norte». «Mira, yo creo que nos van a secuestrar», suelta la hija , «creo que nos dejen aquí».– ¿Cómo que os van a secuestrar?– Creo que no nos van a dejar salir... Esto es un pozo... De aquí salir es imposible. Del módulo 10 es imposible. Sólo sales en primer grado, ¿sabes? Sólo sales ‘expedientáticamente’ peor. Ya lo vamos viendo, ya verás qué risa... Es para contar que nos tienen secuestradas y la liada que hay...Hay un minuto de silencio. Ella se queda pensativa. La periodista, sin palabras. – El recurso va lento, a ver...– Eso, a ver. Yo lo único que quiero es ir a ver a mi abuela y estar en el pueblo.–¿Qué ha aprendido en estos dos años en prisión?– He aprendido muchas cosas.Me siento como en un máster... He aprendido a observar a las personas y el modus operandi de la gente. He aprendido qué cinismo hay en el mundo, qué hipocresías, y que las apariencias engañan, cada vez más, y en todos los sentidos. En mis círculos, desde luego, lo más gordo, y en este también, porque aquí está pagando gente cosas, y los que más roban son los que les están encerrando, y eso es surrealista. Sí, yo creo que está mal [lo que hizo su madre]. Pero creo que hay personas que no son personas – ¿Qué está siendo lo peor?– ¿Lo peor? La injusticia. ¿Lo peor? El querer tapar la maldad, y cómo están poniendo a mi mamá...– ¿Considera que han sido injustos con su madre y usted?– Absolutamente. Están queriendo aparentar lo que no es, y nos han querido dar una imagen que no se corresponde en nada con la realidad. Porque mira, mamá es un ‘cacho pan’, pero pan de leche. Esto ha sido un acoso y derribo.– Ha habido un asesinato, Triana.– Yo creo que eso, en mi opinión, no se pudo controlar. Vamos, creo que lo ve cualquiera. Que se atrevan a decir todo eso feo de mi mamá...– Matar a alguien no puede ser la solución. ¿Cree que su madre hizo bien?– (Agacha la cabeza, no responde).– ¿No lo ve mal?– No sé, es que yo ya no recuerdo cómo estaba yo... – Cómo estaba usted... ¿de mal?– Mi madre lo hizo por cómo estaba yo, por supuesto. No pueden decir que es fría ni que es... Si hubiera sido como se la describió, y como dijo el fiscal, hubiera matado a esas otras dos personas testigos. Y no hubiera sido por la tarde, ya se ve que...– Pero... ¿de verdad no cree que su madre hizo mal? Las dos hablan de sus motivos, pero matar a una persona... – Sí, yo creo que está mal. Pero yo creo que hay personas que no son personas. Y lo que está peor es que se esté intentando destruir una imagen... Y la otra era [Isabel Carrasco]... Bueno, había que tenerla al lado para saber lo que era, y hay que saber lo que contaba, lo que decía y cómo se reía de todos...Cuando Triana cuenta esto (habla un rato sobre Isabel Carrasco y lo que ella llama «sus maneras con todo el mundo»), la madre asiente. La mira, me mira y asiente todo el tiempo.– ¿Cómo vivió el día [20 de febrero] en que el jurado leyó el veredicto? Me ha contado el otro día que ya tenía planes para irse a dormir a casa de unos amigos porque esperaba quedar en libertad...– No daba crédito. Yo estaba pensando y decía para mí: ¡no, no! Tú no sabes qué impotencia, pero claro... Te sientas ahí y con esa solemnidad te dicen eso... Pero era para decir: cómo os atrevéis... Aquello me pareció lo más ‘pagao’ del mundo, lo más ‘pagao’... – No se lo esperaba...– No, no, es que no puede ser... Es que ni se vio durante el juicio, ni ellos estaban diciendo cosas que sucedieron... Es que no sucedieron. Es una impotencia tan infinita que no das crédito. Piensas: están ‘pagaos’, porque cortos... O quizá pueden ser los más cortos de la provincia.– ¿Insinúa que el jurado estaba pagado por alguien?– Es que sí, algo... O son retrasados o pagaron a uno y les engañó a todos. Es que dijeron ‘hechos probados’, ¿pero tú sabes qué frases dijeron? Que si yo sabía que salía mamá disfrazada... pero qué me están contando, pero... Que si yo sabía que iba a ir por la pasarela y disparar por la espalda, pero... Si el siguiente lunes era el cumpleaños de mamá, y la había ‘enrollao’ para ir por ahí a mirar escaparates...– Su defensa pide en el recurso la libertad e insiste en que  usted no formaba parte del plan.– ¿Qué plan? No hay plan. Pero cómo voy a denunciar a mi madre, pero si creía que ya se le había ido la idea de la cabeza. – Nunca vio a su madre capaz de matar.– No, nunca. ¿Pero no la ves? Habla un rato con ella. Es que no la conoces mucho y no te lo puedo describir, pero es que no la encuentras más buena por muchas relaciones que tengas, aunque quieras, te lo juro por dios. Cómo es... Todo le da pena, todo es buena... Yasí me enseñó siempre a mí, y así he sido siempre.Se abrazan... La madre llora. Triana le da muchos besos. «Ay, mi niña», le dice  la hija. «Es una pasada», me dice sonriendo.– Una de las claves de la defensa era que la llamada de su madre se produjo antes del asesinato, y no después.– No es la clave, es que es la realidad. Lo dieron por válido porque lo entendieron. Es que fue así.– Estoy pensando en lo que me ha dicho del jurado... Es fuerte.– Lo que hay es un invento y una maldad del jurado. O un ‘retrasao’ o un ‘pagao’, porque es imposible. ¿Pero tú sabes lo que dijeron? Que yo sabía que mamá tenía las pistolas, que yo sabía que estaban punzadas, que Raquel sabía que iba a disparar por la espalda. Pero, pero, pero... No llegas a comprender...– ¿La marihuana que encontraron en su casa era de ustedes? Se llegó a decir que alguien la había colocado allí...– No, no, era de mamá, pero ya llevaba mucho tiempo sin usarla. También se dijo que éramos traficantas... ¿Traficantas de qué? Si yo me dedicara a traficar, sería con cocaína, para ganar dinero, ¿no?– Y si el recurso se falla a su favor y queda en libertad, ¿qué planes tiene?– ¿Sabes lo que pienso? Que he estado viviendo como una posguerra, en el sentido de que nunca había pasado 23 horas de hambre al día... Me muero de hambre, estoy en costillas.– ¿Hambre?– Mucha hambre, mucha. Siento que he pasado lo que nuestros abuelos...– ¿Ha adelgazado?– Mucho, pero sobre todo me he desnutrido. Me mantengo a base de dulces.– ¿Y qué haría si sale?– ¡Lo haré! Es que dejo aquí a mamá... Mamá lleva en la cárcel ‘desde 2010’, desde que pasó eso... No se merece esto...– ¿Y usted? Cumple en octubre 37 años. ¿Qué le gustaría hacer? – Lo que más, comer. Yo me muero de hambre. Me apetece comer chuletón de buey, tomar una cerveza, estar en el pueblo, en Carrizo... Y quiero poner un negocio en León, un bar o algo así. Creo que me gustaría, ¿qué te parece? Y lo que más me apetece es conducir, ir a la montaña...


Montserrat coge el auricular


La madre sonríe un poco. Le pido a Triana que le pase el auricular, a ver si hoy quiere hablar y me contesta a algunas preguntas. Las dos asienten, y ahora la madre ya me escucha, aunque quiere hablar: «Oye, ¿por qué no sale nada de ella en los periódicos?», suelta.

– ¿De quién?
– ¡De la Carrasco! ¿Por qué no?

– Bueno, está muerta...
– ¿Y antes? No contábais nada... Y tampoco contáis lo de la herencia de ella... Es del PP y entonces nadie quiere decir nada.

Ha sido injusto. Yo no sé si pueden dormir todos, pero si duermen, dios mio, que entonces no haya dios, eh – Su defensa pide en el recurso que se le reduzca la condena a 6 años de prisión y alega trastorno mental.
– Es que es así, es la verdad, es mal decir pero yo no debería ni estar en la cárcel.  Por ella [Isabel Carrasco], por cómo era, lo que le hizo a Triana... Y encima fue en un momento, te lo juro, que ni lo pensé yo que lo iba a hacer.

– ¿Dijo en el juicio todo lo que quiso?
– La verdad es que no podía. Es que no me gusta hablar para la gente, me gusta en reunión, en familia...

– Y que no se arrepiente de lo que hizo.
– No, la verdad es que no.

– ¿Ni a pesar de llevar dos años aquí encerrada y de ver a su hija aquí, presa...?

– Hombre, por mi hija... Arrepentirme no, lo hubiera hecho bien, que es distinto. Matarla desde luego que sí que la iba a matar, eso como hay dios. Eso sí que lo he dicho y lo diré toda mi vida: esa ya no iba a beber más agua y ya está, eso sí que no...

– Pero os habéis fastidiado la vida...
– Eso porque no son como tienen que ser.

– ¿Cree que no ha habido justicia?
– No, no, han sido lo peor. Ha sido injusto, yo no sé si pueden dormir todos. Pero si duermen, dios mío, que entonces no haya dios, eh.

Eso sí que lo he dicho y lo diré toda mi vida:  ésa ya no iba a beber más agua, eso sí que no – Después de matar a una persona no ve justo estar en la cárcel...
– No, porque yo veo que todos estos políticos que mandan a las guerras a soldados van a matar a gente, y no les pasa nada a nadie. No me parece justo.

– Dijo en el juicio que era «o Carrasco o su hija»...
– Sí, sí. Primero es mi hija, y por lo menos está viva. Está sufriendo aquí pero por lo menos estamos juntas.

– ¿Ha pensado aquí que ahora lo haría de otra manera para no involucrar a su hija y a Raquel Gago?
– No, no, es que eso de involucrarla es que eso fueron ellos los que lo metieron, porque mi hija no estaba. Yo no lo sé lo que piensan o cómo piensan. Yo fui para allá directa, mi hija no estaba, porque la llamé antes para que se fuera para el coche.

– ¿Nunca habló con Carrasco sobre lo que dice que le hacía a su hija?
– No, no, para qué. No me merecía la pena.

– ¿Le hizo seguimientos antes?
– No, qué va, no los hice. No sé de dónde sacan esas cosas. Ese día fue una casualidad increíble. Pero si no lo sabía ni ella, si iba a ir acompañada o no.

– ¿Y si hubiera ido acompañada? ¿Le hubiera disparado?
– No, no, no.

– ¿Se planteó alguna vez cuando lo pensaba disparar a otra persona si iba acompañada?
– No, jamás. No, si iba acompañada es que no se me ocurría. Porque era ella.

– También dijo en el juicio que tuvo claro desde el congreso del Partido Popular de 2012 que ganó Isabel Carrasco iba a matarla...
– A ella sí.

La mirada fría de Montserrat y la dureza de sus palabras al hablar del asesinato estremecen. No hay atisbo de arrepentimiento. Tumba la mirada cuando  Triana llora. Cuántos silencios hoy. El pitido, a los 44 minutos. Ya no las oigo. «¡Vuelve el domingo!», gesticulan. Asiento con la cabeza. Fuera ha salido el sol.

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La entrevista a Triana y Montserrat continúa (y termina) el domingo 22 de mayo.

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