Mirando al mar

La ruta que se propone es corta, ya que además de realizar el recorrido se puede aprovechar el momento para darse un baño en cualquiera de las excelentes playas que se visitan, en especial la de Aguilar

Vicente García
31/07/2020
 Actualizado a 31/07/2020
Subiendo las escaleras con la playa del Corruncho abajo. | VICENTE GARCÍA
Subiendo las escaleras con la playa del Corruncho abajo. | VICENTE GARCÍA
La costa asturiana dispone de muchas rutas marcadas y muy bien diseñadas para conocer los diferentes enclaves de las maravillas que la unión del mar y la tierra produce en forma de acantilados, playas, estuarios o rías. Los caminos se encuentran bien señalizados, aunque a veces una ruta puede cortarse porque el único camino existente es la carretera pues todos los demás se han perdido invadidos por la exhuberante vegetación del Norte.

La ruta que se propone es corta, ya que además de realizar el recorrido se puede aprovechar el momento para darse un baño en cualquiera de las excelentes playas que se visitan, en especial la de Aguilar.

La ruta puede hacerse de ida y vuelta ya que el aparcamiento de San Esteban es amplio y no suele llenarse. En cambio la playa de Aguilar los fines de semana es misión imposible lo del aparcar a no ser que se vaya muy pronto. Es posible también continuar hasta la localidad de Cudillero, donde el final del recorrido es bastante agradable, pero el tramo hasta la Atalaya es carretera poco amable, ya que muchos conductores creen que están haciendo rally en lugar de circular correctamente.

La ruta

El inicio de la ruta es en la localidad de San Esteban de Pravia, casi al nivel del mar. El primer tramo de un kilómetro y medio es llano al lado del estuario con la localidad de San Juan de la Arena detrás del brazo de mar que se adentra en el interior y con el que no hay comunicación directa. Hay una fuente por el camino y al final se llega a unos amplios y espaciosos aparcamientos para seguir hacia la playa del Garruncho donde comienza una escalera que va hacia el mirador del Espíritu Santo. Se trata de una subida de poco menos de 500 escalones que supera los 120 metros que hay al mirador del Espíritu Santo, con excelentes vistas a playas de piedras poco accesibles. Poco después se encuentra una pequeña ermita blanca, la del Espíritu Santo, donde pueden llegar los coches por una carrreterita.

La ruta continúa, se aleja de las carreteras y va por camino de buen firme cerca del mar con avisos de posibles caídas hacia el acantilado, para que los caminantes tengan cuidado. Tras un paseo sencillo entre la vegetación, se llega al segundo mirador: el de la Atalaya, que se encuentra en un entrante muy bien señalizado y con vistas a las playas de grijo que hay más abajo. Desde el mirador sale un sendero que baja al lado de las edificaciones y por allí continúa la ruta siguiendo el largo camino hasta encontrar dos puentes matálicos que se cruzan para más tarde subir hacia un alto donde hay una construcción de refugio, de las que abundan en la ruta y un cartel de la playa de las Llanas, pues el camino que desciende va hacia esa playa.Se sigue subiendo la cuesta para llegar al mirador de las Llanas, otro enclave con vistas panorámicas a las playas que se ven hacia el oeste, la de las Llanas y la de Xan Xu sobre todo. En la parte alta del mirador hay una de las muchas fuentes que se encuentran por el camino.Continúa la ruta y tras pasar por el aparcamiento de la playa el camino comienza a descender por terreno empinado y se encuentran escaleras por las que se baja cómodamente, dejando las playas a la derecha que se ven en los claros de la vegetación y que se debe tener cuidado pues las caídas hacia el acantilado son muy pronunciadas. Tras bajar un buen rato se llega al aparcamiento de la playa de Veneiro, donde hay un área recreativa. En la parte alta de esta playa hay otro mirador hacia las arenas finas y los acantilados que la envuelven.A continuación se llega a la playa de Aguilar, objetivo de la ruta, una playa larga que se debe pasear y que se puede cruzar hasta la parte final donde hay otro aparcamiento, el de Campofrío donde hay también algún establecimiento hotelero. Puede el caminante darse un buen baño y finalizar la ruta si se dispone de infraestructura para la vuelta y si no, se puede regresar por el mismo camino. Otra posibilidad que alargaría la ruta es seguir hacia Cudillero, pero son varios kilómetros de carretera, que al llegar a las escuelas de Selgas se puede desviar hacia la Atalaya y descender directamente desde el cementerio hacia un mirador desde donde se domina la población de Cudillero, para después bjar callejeando hasta la zona de restaurantes. Solamente este descenso último merece la pena y lo demás es carretera aburrida y puede resultar hasta peligrosa.
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