Luis Miguel Rabanal: "Se palpa un fascismo xenófobo que da asco"

El poeta omañés, afincado en Avilés y "atado" a su silla de ruedas por la tetraplejia que sufre, acaba de publicar un nuevo volumen de poemas, ‘Matar el tiempo’, una batería de disparos a las conciencias desde la crudeza o la ironía, desde la ternura o la realidad descarnada, desde la ventana de su ordenador

Fulgencio Fernández
16/09/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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Luis Miguel Rabanal (Riello, 1957) siempre golpea en el mentón y te acaricia a la vez, en todos sus libros, en todas sus frases. Siempre envía una carga de profundidad y realidad envuelta en ironía y sufrimiento, lo hace desde siempre, desde que escribía aquellas autobiografías imposibles de rebatir: «Durante la mayor parte de la década de los 60 lideró, junto a Isidro San Juan G., la banda de malhechores ‘Los petardos’, sembrando el oprobio y la iniquidad por muchos sitios y haciendo la vida imposible a los felices transeúntes del triste Camino del Ariego» o «cursó estudios de griego y inanismo»...Lo vuelve a hacer. Lea.

Mucho me temo que a mí ya no me queda tiempo para nada, ni siquiera para rozar esa utopía de la República
Con ‘Matar el tiempo’ imagino queLuis Miguel Rabanal pretende mucho más que matar el tiempo.
– No sé si mucho más o mucho menos, pero lo que no pretendo en absoluto es hacer apología del aburrimiento sino de algo no tan pretencioso, como podría ser nombrar la cercanía de la muerte, si por muerte entendemos el final de una actitud extraña ante la vida

En este último libro suyo conviven expresiones como«Tanta amargura no ha de ser buena, tanta amargura que apetece escupir» con otras radicalmente diferentes como «Muchachos atrevidos que beben luciérnagas en copas de menta, es el hielo de cuando pasan descalzos». Lo que pretendes es lo que siempre recomiendas: «El lector, que lea».
– Así es, residuos de irracionalidad y paisajes de un amor tranquilo. Y el lector, en un acto lo más agradable posible, que tome nota y saque sus propias conclusiones que irremediablemente serán que la Poesía no nos va a salvar de gran cosa.

No pretendo hacer apología del aburrimiento, sino por nombrar la cercanía de la muerte
Confiesas que apuestas por la brevedad «por extrema necesidad» pero también da la impresión de que has encontrado en ella un arma perfecta para disparar ideas, reflexiones, versos...
– La falta de tiempo para poder escribir, por temas tan variopintos como la salud nefasta, esa falta de tiempo tan poco poética, es la culpable de estos poemas casi imperceptibles. Pasaron por las redes sociales, como experimentación previa, y esa brevedad les vino bien ahí y en el libro, ahora, ya no me compete, casi que no quiero saber nada.

¿Cómo ves el mundo por la ventana de tuordenador de un poeta tetrapléjico y republicano?
– Pues como tetrapléjico, qué quieres que te diga, veo un mundo movidito, envidiablemente movidito. Como republicano ya es otra cosa, se huele, se palpa casi, un fascismo xenófobo de tales dimensiones que da asco, mucho asco. Qué poca memoria tiene la gente…

Quiero que el lectorsaque sus propias conclusiones que será que la poesía no nos va a salvar de gran cosa
¿Y a un leonés atado a Asturias, a Avilés,qué le llega de su tierra y de Omaña y de ese Riello del que escribes que «Olleir no existe, te dijeron algunos?».
– Este libro ‘Matar el tiempo’ lleva en sus páginas mucho de Riello, también de Olleir, aparte de mucho humor y mucho disparate, mucha muerte en vida. Ese continuo ‘no debes volver, ‘debes volver’ que se repite casi hasta la saciedad, ese imposible regreso a la felicidad, o a lo que se le parecía entonces. Indefectiblemente, es oír o leer hablar de mi tierra y me conmueve. Todavía hoy, 29 años después, no lo puedo remediar.

Expresiones turyas en este libro como el propio título, ‘Matar el tiempo’ y otras que por él andan: «Te llamas Casimuerte y tú lo sabes tan bien», «Este cuento se ha acabado»...son frases de eso que llamas «la corriente fatigosa de cada día».
– Sí, claro, y «Por doquier palabras» y «Vivir, /mera anécdota de los usurpadores», por citar los cierres del primer poema y del último.

El libro lleva mucho de Riello, de Olleir, aparte de mucho humor y disparate, mucha muerte en vida
¿Ya te ha aclarado el ministerio si tienes que declarar la calle que lleva tu nombre en Riello al hacer la Declaración de la Renta? ¿Pagas por ella o te devuelven por tenerla?
– Mis tratos con la Hacienda Pública me los gestionan últimamente unos tipos de nombre impronunciable domiciliados en Islas Marshall, o por ahí. Poco más puedo añadir al respecto, por si las moscas.

¿Veremos la 3ª República más allá de las lindes de ese Olleir literario en el que la puedes proclamar nada más que te apetezca?
– Mucho me temo que a mí ya no me queda tiempo para nada, ni siquiera para rozar esa utopía. Y bien que lo lamento. Pero quiero pensar, quiero creer, que algún día la República volverá a este país para quedarse.
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