Corro de Valdefresno: 'La Catedral también tiene monaguillos'

Nueva victoria de Víctor Llamazares, que gana junto a Rubo, Rodri ‘La Perla’ y un Omar Liquete que inaugura su casillero este año

Fulgencio Fernández
30/07/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Víctor Llamazares, de Valderrueda, volvió a sumar un nuevo corro ante Jesús Martínez, de La Braña, y se asienta al frente de la clasificación general. | MAURICIO PEÑA
Víctor Llamazares, de Valderrueda, volvió a sumar un nuevo corro ante Jesús Martínez, de La Braña, y se asienta al frente de la clasificación general. | MAURICIO PEÑA
Ya han pasado más de dos horas del final del corro y en el bar de la Sobarriba siguen hablando de aluches. Es el día de la fiesta y en las casas de la Sobarriba se hablará de los aluches. Y junto a Tino El Cojo o los molineros de Carbajosa saldrán los nombres de la cita de este domingo: Llamazares, el de Valdorria, al que dicen La Perla y el chaval de El Ferral, que por haber tenido militares le dicen ‘La Tanqueta’, que fueron los nombres propios, los ganadores: Víctor el de Valderrueda, Rubo Fierro, Rodrigo Fuentes u Omar Liquete, que ya abandonó aquella del Likete juvenil para ser un paisano de 28 años que milita en la lucha y todos sus fastos.

Precisamente Likete era el más feliz al final del corro. Es la tercera victoria de su carrera en senior, no las ha olvidado y te dice sin dudar las anteriores: en Manzaneda en semipesados y el año pasado en Sahechores.

Tiene en la memoria cada uno de los momentos que le llevaron ayer a la victoria, contra Álvaro Quiñones que pasó por pasividad del de San Cipriano; para verse después con ‘El Nuevo Jesús’, también Quiñones, que ya había hecho la faena dura: tirar a Guti en la fase previa, que es tanto como decir ponerle cerco al liderato. Liquete y Chus empataron a cero, fueron a la caída de oro. Omar lo explica: «Yo tenía miedo que nos echaran a los dos y me dije que eso no puede ser, que pesados no puede permitirse esas cosas y me lancé... salió bien. Y lo voy a seguir haciendo».

Ganó mejor la final a Alejandro, al que supo esperar muy bien a la contra y así sumo dos caídas hacia un tipo feliz. A un chaval que siente la lucha como pocos, que se abraza a Jesús Oblanca cuando éste se va: «Jesús es quien más culpa tiene de que yo esté aquí».

La Catedral tiene monaguillos

Hemos empezado por el final, pesados, pero el cuerpo también me pide poner la mirada sobre ligeros, donde ganó Víctor Llamazares, nuevamente con contundencia. En la retina de los aficionados, alimento para las conversaciones de aluches en La Soba, queda el garabito que le hizo a Javi Oblanca cuando éste le trancó. Una caída de esas que decía Miguelín: «Estabas media hora hozando contra un paisano, matándote para sacar a un tío arriba e iba Cayuso te barría un poco y caías como un sapín».

Y ganó. Y bien. Tanto que uno de la Soba presume: «En la Catedral ganan los canónigos».

- Pero también hay monaguillos; le replican mientras esperan para luchar la final. Y es que en ella estaba nuevamente el paisano de La Braña, Jesús Martínez, tres veces finalista seguidas.

Ni él mismo se lo creía: «Hoy ya no», decía antes, y fue «hoy ya sí». Dejó en la cuneta a Teje, a Busi... es decir, no fue un camino fácil pero ‘el monaguillo’. Otra cosa es la final. A Víctor no lo mira Jesús como un rival sino casi como un ídolo... y así mal se le lucha.
Tenía razón. «Las catedrales también tienen monaguillos» y Jesús Martínez es de los buenos.

Y hoy, como dice él, feliz al andamio a primera hora. Como feliz estaba El Halconero, que había entrado entre los mejores en su tierra.

Rubo, monaguillo y obispo

En medios falta Moisés, temporalmente, y el primer candidato a obispo es siempre Rubo, por más que en Gradefes le apeó Adri de esta condición. Y ayer era la tierra de Adri, pero Rubo no parecía estar para bromas y se llevó el corro con maneras de gran campeón, las que saca a veces, la que sacó en semifinales con el de la Sobarriba con dos mañas de mucha escuela y dadas con rapidez y en tiempo: un zancajo fulminante y una mediana que remató con la cadera. No le dio ninguna opción y entre los ex luchadores presentes, El Rubio de Campohermoso o Nacho El de Matadeón, surge una curiosa conversación, la de los enfadados, la de cómo vienen al corro los buenos luchadores que el día anterior pierden y no les gusta nada.

- Yo encontraba a Ernesto y me decía, la de noches que me tuviste sin dormir. Y yo le decía, pues anda, que tú a mí; explicaba Nacho.
Que es lo mismo que siempre se dice de Moisés, que no es fácil luchar con él al día siguiente de tirarlo.

Y Rubo también. Aunque la noticia también estaba en la final, en el finalista, Guillermo Rodríguez Bulnes, el riañés que a sus 40 años sigue dando mucha guerra. Aunque no se la pudo dar a Rubo, que ayer quería ser muy canónigo y poco monaguillo.

¿Y en semipesados? Pues Rodri sí estaba en modo Perla, ayer sí, y dejó pronto en la cuneta a Tomasuco, el líder, con contundencia, luchando también por abajo, haciendo esas cosas que decía Miguelín, por abajo...

Pero, nuevamente, además de la coronación como obispo en la Soba de uno que también tiene Catedral en su otro pueblo, Prioro, también el finalista de ayer fue uno de esos tipos entrañables con los que es una alegría poder escribir algo bueno de ellos: Jesús María Sansón Cabero, finalista después de darle dos cadriladas a puro guevo, de las suyas, a un Pedro Alvarado que salía rascándose la cabeza y lamentando: «Cuando me di cuenta de que había armado la cadrilada ya era muy tarde. Y dos veces».

Estaba feliz Sansón. «¿Tiraremos los cohetes?».
- Pues tengo ahí los de la boda de mi hermano. Ojalá los gastemos antes de tiempo.

No pudo ser. Rodri lo tenía muy claro y no llegó tarde, todo lo contrario, cuando Sansón iba a armar los hidráulicos él ya había hozado a ras de tierra y el bueno de Sansón se levantaba rascándose la cabeza. Fin. El alcalde le dio el cinto de honor a la Junta. Hay que tender puentes»
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