Los personajes del tío Ful: Baldomero del Pozo, de Geras

El pantano le expulsó de su pueblo, San Pedro de Luna, trabajó en la mina, tuvo ovejas, trabajó toda una vida. Ahora su lujo es el paseo y una copina de orujo el domingo

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
31/10/2020
 Actualizado a 31/10/2020
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Baldomero es uno de esos personajes sobre los que siempre te preguntan :«¿cuándo le haces una entrevista?», porque lo merece por su biografía, por su filosofía de vida, por sus 94 años muy bien llevados, porque «es un crack», que dicen los vecinos y él te pregunta, «¿qué soy qué?» .

Estuvimos a punto de no poder hacérsela pues se iba a «echar la siesta» y, dice, «cuando me pongo con ella no le abro la puerta ni al obispo, caso que él quisiera venir a verme».

Baldomero el de Geras no es de Geras, pero lleva en este pueblo de Gordón toda una vida, más de 70 años. «Soy de San Pedro de Luna, pero vino el pantano y hubo que marchar».

- ¿A la fuerza?
- No. Si querías te quedabas, que cuando te llegara el agua al cuello ya marcharías.
Su padre era el herrero de San Pedro y eran 10 hermanos, que se dispersaron «por ahí, aquí en Geras viven otras dos hermanas». Allí llegó Baldomero, ya había sido pastor desde los ocho años y también llevaba a sus espaldas tres años y medio de mina. «Para no ir a la mili».
- ¿Tan dura era la mili?
- Ni la probé, ni falta que hace. Resultaque ya había ido a ella mi hermano mayor y cuando me tocó a mí me lo puso claro: «Si quieres pasar hambre... vete» pero yo creo que el cupo de hambre de esta familia ya lo pasé yo.

Y fue a la mina pero nada más que estuvo el tiempo necesario para librar de la mili la dejó. «A mí lo que me gustaba era el campo, el monte; y nos dedicamos siempre a las ovejas, y alguna vaca». Rebaños con los que bajaba en invierno para la ribera, cerca de León, y en verano de regreso a Geras, hasta la jubilación. «Toda la vida trabajando, desde los ocho años,y te queda una miseria... Di que yo no soy de mucho necesitar».

Su mundo es pasear por el pueblo, ir a ver a las hermanas y los domingos no perdona «el café y una copina de orujo... qué rico está, qué bien sienta».

Y algo más, pues el día de la entrevista estaba metiendo leña para calentarse en invierno, «que no son los de antes, pero rascan».
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