Los ángeles sueñan

De entre los sueños de la infancia, Elisa ha buscado el camino de la realidad, plasmando con letras de plata un discurso que, como el susurro de una madre, llegue a los más pequeños. Y es que, como decía la canción de Mago de Oz, cuando un niño te pregunte por qué el Sol viene y se va, dile que porque en la vida no hay luz sin oscuridad

Ruy Vega
29/07/2018
 Actualizado a 13/09/2019
Portada de la obra de Elisa Vázquez  'El sueño del ángel' entre otros de la mesa de lecturas de Vega.
Portada de la obra de Elisa Vázquez 'El sueño del ángel' entre otros de la mesa de lecturas de Vega.
Tengo el libro entre mis manos. Ojeo la portada, sonrío y lo dejo sobre la mesita de noche. Me levanto para observar la calle desde la ventana. Dos niños corren por la acera. El que parece mayor va el primero, el otro, corre tras él con la impresión de que nunca le alcanzará. Se paran, se miran y comienzan a reír casi al unísono. Papá, hay miles de niños en una única generación y, de entre ellos, algunos tendrán enormes problema causados, en parte, por los adultos que les rodeamos y la sociedad que hemos construido, como conjunto, para ellos.

Permite que te diga, papá, que esta nueva carta es muy especial. Te traigo un libro, una reflexión y una lección. Se trata de ‘El sueño del ángel’, de Elisa Vázquez.

Vuelvo la mirada a la calle pero los niños ya no están. Ni rastro de ellos. Me los imagino dándose un enorme abrazo antes de regresar a casa, esperando un nuevo día. Los puedo ver riendo mientras se bañan antes de la cena, o viendo los dibujos mientras comen una enorme tortilla. Me los imagino tumbados en la cama, mientras su padre o su madre les leen su último cuento preferido. Pero puede que no sea así… Quizá un monstruo de los que todavía vagan por nuestras calles se los haya llevado y ahora los tenga secuestrados, en un oscuro sótano, mientras espera rematar sus atrocidades y ellos, desconsolados, rompen en llanto. Lamentablemente así es el mundo que, como te comentaba antes, hemos construido para ellos. Y eso, precisamente eso, es lo que Elisa nos grita en cada una de las páginas de su libro.

Ambos sabemos que los cuentos infantiles, ahora evolucionados a un estado dulcificado, nacieron, muy claramente algunos de ellos, para que los más pequeños, además de divertirse, pudieran aprender ciertas lecciones que les serían útiles para la vida. No hay más que leer versiones originales de algunos de los más conocidos para ver como la sangre, el sufrimiento y el dolor, se entremezclaban, para las generaciones de hace cientos de años, con grandes aventuras. Quizá esa idea la hemos perdido hoy. Eso no ocurre con ‘El sueño del ángel’, en donde se nos muestra la vida tal cual puede ser… y es.

Te preguntarás por qué digo todo esto. Permite que lo muestre. Estamos ante un libro escrito por una mágica pluma pensando en los más pequeños, una historia en la que una niña ayuda a otra. Pero no te estoy hablando de una novela para los más mayores, ya te comenté que es para los pequeños. Y aún te sorprendería más conocer que la primera mitad me atrevería a catalogarla como terror. No me escondo ni exagero si digo que he leído novelas para adultos de ese mismo género peor argumentadas y estructuradas que ésta. Pero me alegro, nuestros pequeños se merecen la mejor calidad, y aquí la hay, sin duda que la hay.

Nada se esconde entre las páginas. Lo que la maravillosa mente de Elisa ha podido construir se plasma, letra a letra, en las hojas en blanco de un libro que ya, supongo, estarás deseando leer. Como siempre, papá, te remito varias de las frases o párrafos que más me han gustado. Qué pena que tenga que hacerlo así, y no podamos, como hacíamos antes, comentarlo escuchandobuena música, por ejemplo de Big Mama, de fondo.

Primera página, primer capítulo, primer párrafo, primera línea. «Sí, tristemente, estoy muerta». Ya te dije que nada se escondía para Elisa. No hay, posiblemente, mejor manera de comenzar si lo que pretendes es mostrar a los niños una cruda realidad. La gente muere. Los buenos, los malos, los que quieres o los que jamás has conocido. Todos mueren, todos morimos. Puede que realmente eso no importe sino que, como reflexiona la hermosa película ‘Coco’, lo que importa es que nadie te olvide. Y eso, papá, tú y yo lo tenemos muy claro. No es inmortal el que nunca muere, inmortal es el que nunca se olvida.

He hecho una pausa, deseaba mirar al exterior. Los niños siguen sin aparecer. Inspiro. Niego con la cabeza. «¿Qué habrá sido de ellos?», me pregunto. Vuelvo al libro.
El monstruo que sirve de vehículo de realidad se muestra con toda la crueldad que es posible. No se dulcifica, no se esconde, no se adorna. Se trata de él, el adulto que secuestra niños utilizando la más retorcida y sencilla de las técnicas, ganarse su confianza. ¿Y sabes qué es lo peor? Que no se trata de un personaje de cuento, se trata de alguien que, lamentablemente, estará caminando por las calles de alguna de las ciudades de nuestros pueblos y ciudades. Así lo describe la autora, maravillosa descripción para que los más pequeños capten el mensaje directamente, sin más caminos que la realidad. «En ocasiones, los monstruos de los cuentos infantiles cobran vida y salen a la calle a buscar a sus víctimas. Toman la apariencia de personas normales; de hombres de sonrisa agradable».

He tenido la suerte que mi infancia ha sido maravillosamente feliz. He tenido la fortuna de haber vivido en un cuento de pura magia, rodeado de libros, abrazado a letras (y números). Pero no ha sido así para muchos otros. No, no lo ha sido. Ni lo será si no ponemos remedio. Y eso depende de nosotros, de los mayores, que tenemos la capacidad, o al menos los instrumentos, para intentarlo. Al menos intentarlo…

Tú lo sabías y así me lo mostraste. Se deben mostrar a los niños las maravillas del mundo, pero no se les debe esconder todo lo horrible y monstruoso que les rodea.
Solo hay que saber explicárselo, son más comprensivos de lo que nos podemos imaginar.

Cada niño es un mundo, por eso debemos construir universos en su interior, pero no esconder que la muerte, el dolor o los monstruos, les rodearán por siempre. Así nacieron, como te comentaba, los cuentos infantiles, como el lobo que se come a la niña, como la princesa que hechizada cae, según el propio cuento, «en un sueño eterno», o los hermanos que son secuestrados por «una bruja» que, en realidad, quiere comérselos. Sí, comérselos.

No tengo ninguna duda de que Elisa ha mostrado su enorme talento con ‘El sueño del ángel’, pues poco más se puede hacer en las setenta páginas de su maravillosa historia. Escrito de una manera sencilla (que es lo más difícil), rodeado por una aventura de terror para recordar, pero enseñando a aquellos pequeños que la lean que, la vida, no solo es la película en la que cantan y bailan sin cesar, sino que de vez en cuando la música se detiene y los malos, los peores malos, muestran sus garras feroces.

Gracias Elisa, porque si se dice que un libro debe servir para entretener y aprender, sin duda el tuyo es un ejemplo de ello. Y gracias papá, porque ahora más que nunca, puedo gritar al viento, esperando que mis palabras te lleguen allí donde estés, que me hiciste muy feliz en mis años de infancia.

Me despido ahora, no sin antes decirte que regresaré con una nueva carta, carta a ninguna parte que, por supuesto, me servirá para recordar que, como decía antes, no es inmortal el que nunca muere, sino el que nunca se olvida.
Lo más leído