Vivir para escribir

Elena Santiago cuenta con una obra prolífica a la que sin embargo no comenzó a dar visibilidad hasta llegar a una edad podríamos decir que ya madura

Mercedes G. Rojo
20/02/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Elena Santiago en su domicilio de Valladolid.| EDUARDO MARGARETO (ICAL)
Elena Santiago en su domicilio de Valladolid.| EDUARDO MARGARETO (ICAL)
Algo deben de tener las tierras del Órbigo que alimenta tan bien la cosecha de escritores ligados a sus tierras, ofreciéndonos nombres que –fundamentalmente en las últimas décadas– están dejando en la literatura muchas y muy buenas páginas escritas. Y dentro de las mismas está por supuesto Veguellina de Órbigo, donde dicha cosecha es fundamentalmente femenina. Una buena muestra de ello es la figura a quien hoy dedicamos este espacio, Elena Santiago (Veguellina de Órbigo, 1941) y es que, aunque diga el refrán que «uno no es de donde nace sino de donde pace», en el caso de Elena se siente y pregona orgullosa sus orígenes (al igual que lo hacen otras escritoras que por aquí han de desfilar también) además de beber muy frecuentemente en las fuentes que su experiencia y su memoria de estas tierras le proporcionan, en sus recuerdos, en sus paisajes y en sus paisanajes.

En su caso no sirve aquello de que «nadie es profeta en su tierra» y hay que reconocer que su tierra natal no se ha portado mal con ella pues, además de distinguirla en 1991 poniéndole su nombre a una plaza, en 2003 la nombraría, también, hija predilecta de la localidad. Y eso que estoy segura de que muchos se mostraran de acuerdo en que no son estas tierras leonesas demasiado proclives a valorar (y aún menos en vida y siendo mujer) los méritos de su gente, especialmente dentro del campo artístico.

La obra de Elena Santiago es una obra prolífica a la que sin embargo no comenzó a dar visibilidad hasta llegar a una edad podríamos decir que ya madura. Y eso que ella misma confiesa escribir desde los once años de una manera tan consciente que tenía muy claro que ese había de ser el camino de su futuro. En esa visibilización influyeron considerablemente los importantes premios recibidos que se fueron sucediendo durante una etapa prolongada de su carrera, pero sobre todo el continuo trabajo literario que realiza desde siempre hasta conseguir acumular una importante obra que, apoyada principalmente en la narrativa –pues novelas son sus libros más representativos– , recorre también los espacios del mundo del cuento y el relato, la poesía y la literatura infantil sin olvidarnos de un amplio número de artículos aparecidos en diversos medios periodísticos. Hasta tal punto ha sido continua y extensa esa labor literaria que ha recibido también varios premios al conjunto o a la trayectoria de su obra y la misma ha sido objeto de estudio en distintos trabajos ligados a universidades diferentes tanto dentro como fuera del panorama español. Y es que a sus casi treinta libros publicados con obra propia tiene que sumar al menos una docena más de participaciones en libros de relatos junto a renombrados representantes de la literatura tanto española como internacional.

Esta escritora leonesa ha reconocido repetidas veces a lo largo de su vida que ha hecho del lenguaje su vida, un lenguaje que ha estado presente siempre tanto en la escritura como en la lectura, sin la que tal vez no hubiera llegado a ser la que es, lecturas tempranas de libros universales que impactaron su adolescencia, en los que la refugiaba su timidez y que la permitían crear sus propios mundos, sus propias vías de desahogo y expresión, timidez que fue lo que tal vez la llevó a ser tan celosa de sus propios escritos hasta que comenzaron a llegar los premios y de su mano esa puerta abierta a compartir con los demás lo hasta entonces tan celosamente guardado.

Sus temas, las personas (hombres, mujeres, niños…) alentados por situaciones que de primeras le provoquen seducción, asombro,…, para dejar luego paso a la reflexión; envueltos en paisajes que le resultan cercanos, que unen realidad, su realidad, con fantasía, y que se convierte en el marco creíble que sustenta sus historias; largas o cortas, épicas o poéticas, pero llenas de sentimientos, de experiencias, de vivencias. Letras hilvanadas siempre de tal manera que te permiten viajar, a lugares propios e interiores, a destinos que te sorprenden en los detalles pequeños para sumergirte en vidas que antes caminaron con ellos,… un viaje y un recorrido continuo con la vida que va dejando en nosotros huellas indelebles, fruto de lo pequeño, de las vivencias del día a día, aquí o allá, en territorios capaces de convertirse en nuestros propios territorios porque hay vivencias reconocibles, que podrían perfectamente haber sido nuestras aunque en realidad no las hayamos vivido nunca.

La obra de Elena Santiago es una obra que se instala en nosotros desde una memoria que es la suya pero que bien podía haber sido la nuestra, de una memoria atemporal como es la de las historias universales que tantas generaciones hemos compartido como tesoro común, que nos llega desde la palabra bien construida, esclarecedora pero también sugerente. Un patrimonio que nos une.
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