Vientres de alquiler

"Un embarazo por subrogación es el alquiler del útero de una mujer. Pero no sólo eso, porque el embarazo es un proceso físico y emocional, que dura muchos meses, y que culmina con el parto, que además de doloroso, en muchas ocasiones entraña riesgos para la mujer"

Sofía Morán
18/06/2017
 Actualizado a 16/09/2019
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Maternidad o gestación subrogada, vientres de alquiler, mujeres horno, gestante donante, madre de intención… Muchos son los términos que circulan en torno a esta nueva realidad que ha generado un intenso debate en los últimos meses. Muchas voces piden su regulación, el debate está en la calle, en los medios de comunicación y entre nuestros políticos, dividiendo los grandes partidos y formando insólitos compañeros de viaje. Algunos diputados del Partido Popular junto con los de Podemos, votaron contra la iniciativa que promovía la regulación de la gestación subrogada en la Asamblea de Madrid, probablemente por motivos diferentes, pero la tesitura no deja de ser llamativa.

Y es que no es este un tema fácil. No es ideología, no es política, no es religión, no lo es al menos para mí. Es un asunto de conciencia, de vísceras y del mundo que queremos construir.

No voy a defender hoy aquí la postura fácil, no haré nuevos amigos en Facebook, pero hay temas que te arañan por dentro y de los que sientes la necesidad de hablar.
Ser madre o padre biológico es un anhelo que no siempre es posible. La ciencia llega hasta donde llega y desde luego no resuelve todos los casos de infertilidad. Además, es justo decir que la adopción en este país en una larga travesía repleta de obstáculos: listas cerradas, años de espera, valoraciones de idoneidad… Y es aquí donde se abre otra puerta, la de la polémica maternidad subrogada.

Me resulta casi ofensivo que haya quien la considere como una técnica reproductiva más. Un embarazo por subrogación es el alquiler del útero de una mujer. Pero no sólo eso, porque el embarazo es un proceso físico y emocional, que dura muchos meses, y que culmina con el parto, que además de doloroso, en muchas ocasiones entraña riesgos para la mujer. ¿Y no es esto comerciar con un cuerpo? ¿No estamos convirtiendo así a la mujer, en un vehículo para satisfacer los intereses y deseos de otros?

Sí, ya sé, quienes alzan la voz exigiendo la regulación de este alquiler, siempre lo hacen bajo el pretexto de «la libertad», mujeres que deciden libremente gestar el hijo de otros. Y aunque a priori no es un mal argumento, lo cierto es que detrás de esa supuesta libertad, lo que suele haber es necesidad. Y justamente por eso es importante que nuestros argumentos no pierdan de vista la honestidad de nuestra conciencia.

Quien viaja a la India, Rusia, Ucrania o los todopoderosos Estados Unidos, lo hace pagando (desde los 12.000 euros de la India hasta los 150.000 de California), y poco me importa si tienen la cuenta corriente a reventar o son parejas modestas que han invertido todos sus ahorros en cumplir el sueño de ser padres, porque el resultado es el mismo. Es la mercantilización de la maternidad, es colmar nuestros anhelos a costa de lo que sea, es la cosificación de la mujer, y es, irremediablemente, eso que hacemos mucho ahora: confundir los deseos, con los derechos.

Una vivienda digna, un trabajo, la educación… son auténticos derechos que, aun siéndolos, no están al alcance de todos. Ser padre o ser madre no es un derecho, es una capacidad que no todos tenemos, y como tal, debiéramos aceptarlo.

Sé que muchos de los que han defendido la legislación de esta práctica, abogan por una gestación subrogada altruista, es decir, ‘regalar’ o donar un embarazo por… ¿generosidad? ¿puro desinterés? No sé, llámenme cínica, pero no lo veo. Hay incluso quien quiere compararlo con la siempre gratuita donación de órganos, ¡pero óiganme!, que aquí no hablamos de salvar vidas, sino de hacer más plena la vida privada o familiar de otros. Y no, no se empeñen, porque no es lo mismo.

Es cierto que hay quién lo haría por un familiar querido, no tengo dudas sobre esto, pero también hay quién no lo haría, y una ley que regulara esta ‘donación’ sólo entre parientes, ejercería una presión importante en muchas mujeres, que pueden, pero que no quieren.

Deberíamos entender que, por más que nos empecinemos, la vida nos va a traer situaciones que no podemos cambiar, nuestros planes y nuestros deseos se irán al traste más de una vez. Y ese debería ser nuestro reto, aceptar lo que nos toca vivir y trabajar en busca de la armonía y el equilibrio personal.

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
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